Fuente: www.lavanguardia.cl
Hoy en día, el pensamiento disidente ha sido coercido producto de la censura hacia lo políticamente incorrecto, se reprimen ciertas ideas o discursos, los cuales resultarían ofensivos para ciertos grupos. Dicha práctica, se ha transformado en una costumbre en la sociedad contemporánea, la cual se desencadena en lo que puedo llamar la corrección política actual.
Lamentablemente, la corrección política se ha instalado en el ámbito de nuestra vida cotidiana, generando una autocensura al momento de expresarnos o razonar en la esfera social, cualquier comentario u opinión puede ser interpretado de manera ofensiva, una práctica que, arbitrariamente, a través de la cultura de la cancelación, expulsa al disidente ideológico de la vida pública, por el solo hecho de discrepar o dudar sobre algunas de las aseveraciones impuestas por el ideario mayoritario o el más implantado.
En un primer término, cabe destacar, lo referido a la sensibilidad y confort, términos que se ven reflejados en los espacios seguros actuales, lugares, en los cuales, no se acepta nada que hiera la más mínima sensibilidad, ni que se escape o difiera de la ideología establecida. Se busca la mayor protección, ninguna verdad común o colectiva puede estar en tela de juicio, se suprime cualquier situación que pueda provocar algún mínimo de estrés en el individuo y no se permite el raciocinio individual.
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