Proyectos alternativos
«Hay enfoques pedagógicos interesantes, asociados a ciertos niveles socioeconómicos con capitales culturales determinados, que ponen al centro al estudiante en su proceso de aprendizaje, donde el profesor es más un mediador, y que combinan la emocionalidad, sensitividad y una dimensión más integral del desarrollo»., María José Valdebenito, Facultad de Educación.
Fuente: El Mostrador
Mientras transcurren los últimos días de vacaciones y las casas comerciales ya lucen los útiles escolares en sus vitrinas, el sistema educativo espera marzo, mes de vuelta a clases de la mayoría de las instituciones del país, junto con la eterna demanda por la calidad.
Pero ¿de qué hablamos al decir calidad? Para el doctor en Educación y Coordinador del Centro de Experimentación Pedagógica de la UMCE Miguel Caro, uno de los grandes obstáculos al pensar en ella se relaciona con vincular la calidad con la obtención de resultados y no con un paradigma integral de la educación.
“Desde una perspectiva pedagógica, ha regido una concepción unidimensional y mercantil de la calidad, desde lógicas de estandarización, entrenamiento y competencia. Dicho enfoque se instala desde un diseño curricular rígido, fragmentario, academicista, altamente prescriptivo y ajeno a la realidad de los territorios. Por su alto nivel de especificación y saturación académica, no deja espacios para una formación integral, contextualizada, con foco socioemocional y orientada al ejercicio de la ciudadanía”, afirmó el especialista.
Por otro lado, el académico con más de 23 años de experiencia subrayó que el sistema educativo chileno “tampoco permite la toma de decisiones” de las comunidades educativas, es decir, quienes constituyen los espacios educativos, de los propósitos formativos, lo que potencia la “desprofesionalización docente” y la “separación de la reflexión curricular del ejercicio pedagógico”, que queda así reducido a la sola reproducción de metodologías “para cumplir con estándares” exigidos.
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