Leonora Beniscelli, Directora Ejecutiva PACE UAH.
El equipo del Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo de la Universidad Alberto Hurtado funciona en Almirante Barroso 37, en una oficina con vigas de madera donde trabaja la directora Leonora Beniscelli quien nos recibe para contarnos del sello de esta política pública en la UAH. A dos años de hacerse cargo del PACE UAH, Beniscelli que es Licenciada en Bellas Artes, mención Gráfica, Universidad ARCIS y Licenciada en Educación y Profesora de Artes Visuales de la Universidad Alberto Hurtado cuenta que desde que esta institución aceptó el desafío de apoyar a más de 900 jóvenes de colegios vulnerables de la Región Metropolitana ha sido muy rigurosa la elección de los profesionales, más cuando la cifra de estudiantes que participan aumentó este 2016 llegando a 2800 estudiantes.
Ella habla de los “sellos del PACE Universidad Alberto Hurtado” que tiene tres estrategias: la de preparación académica y acompañamiento docente, preparación para la vida con la dimensión socioafectiva y el área de vinculación entre comunidades. El trabajo de los profesores de lenguaje y matemática es en las escuelas, mediante tutorías que son espacios de reflexión pedagógica con las/los profesores en talleres de ocho educadoras. En el área de Preparación para la Vida se desarrollan talleres con las/os estudiantes y en el área de Vinculación con las Comunidades, son los estudiantes quienes lideran procesos comunitarios. “Este año hemos intentado que esa área tenga un sello de formación ciudadana”, destaca.
-El PACE apunta a restitución de derechos a la educación superior: ¿Qué ha sido lo más difícil de este proceso?
-Una de las cosas difíciles es conseguir profesionales que den el ancho para trabajar en el PACE, con una formación docente sólida, con herramientas cualitativas y cuantitativas para trabajar y la disciplina de hacer trabajo en terreno. Son profesionales con capacidades muy diversas y disposición. Lo más difícil con los colegios es convencerlos que este es un programa que trasciende al 15% de los estudiantes que tengan 705 puntos de ranking de notas. Nos pasa que nos dicen que trabajemos con ese quince por ciento y nosotros decimos que este programa debe ser beneficioso para todos los alumnos del colegio porque nos hemos puesto como objetivo trabajar con “todos” en sus proyectos y no sólo con los que quieren ingresar a la educación superior. Hacerse cargo es encarnar que desde el ministerio, nosotros y los estudiantes se genere sincronía y podamos fortalecer que las comunidades educativas tomen las riendas del proceso. Y eso ha sido un desafío.
-¿Cuáles son las dudas más comunes que presentan los jóvenes?
-Lo que pasa es que los estudiantes no necesariamente tienen en tercero o cuarto medio claridad de lo que quieren hacer con sus vidas en el futuro y está bien que así sea. Muchos de nosotros tampoco lo sabíamos con certeza, pero nos olvidamos de eso. Que las/os jóvenes adquieran herramientas para conducir su propia vida y que sea coherente con sus deseos es un desafío. Hay una serie de ideas asociadas al éxito que son bien mediáticas y no necesariamente tiene que ver con los deseos reales de los estudiantes.
2800 estudiantes de colegios vulnerables participan en el Programa PACE de la UAH.
-Este programa es una política pública de este gobierno que no está claro si continuará, ¿Pero qué esperan como equipo?
– Si uno pudiera proyectarlo me gustaría que acompañara el proceso de gratuidad, pero si no es así, uno espera que a los estudiantes que acompañamos tuvieran más herramientas para lograr lo que desean y que no es fácil para nadie y más cuando faltan estímulos. En el fondo hay harto de los deseos que los estudiantes puedan encauzar sus proyectos de vida y tener las herramientas para lograr lo que se proponen. Cuando hablamos de justicia social estamos hablando de igualdad de derechos y el derecho a tener una vida más afectiva es parte de esa dimensión.
-¿Los jóvenes están muy solos?
– Tienen pocas oportunidades para conversar de lo que les pasa, creo que la dimensión afectiva es una dimensión que las escuelas tienen muy poco tiempo para trabajar con los estudiantes. Y no solamente queremos hablar de las emociones sino que de migración, de género, de diversidad sexual, de sexualidad en general, de la violencia en las relaciones o el miedo al futuro una serie de cosas que es muy difícil que los jóvenes lo conversen, y esas posibilidades la tienen con este programa.