César Albornoz, Doctor (c) en Historia PUC, académico UAH y de la U. de Stanford.
César Albornoz, Doctor (c) en Historia PUC, académico UAH y de la U. de Stanford.
Es martes por la mañana, sale el sol en el sector norte de la Universidad Alberto Hurtado, más precisamente en el tercer piso del edificio clásico que se proyecta la calle Erasmo Escala. En la sala E31, la clase de Cultura Latinoamericana del profesor César Albornoz casi empieza. El historiador tiene una hora y media para conectar la música de la segunda mitad del siglo XX, con la historia de América Latina y lo hace a través del impacto de figuras consolidadas en la escena de los años 70 y 80, que establecieron nuevos diálogos en países pisoteados por las dictaduras.
De polera negra, pantalones color beige, pelo crespo y de cuerpo menudo saluda a los estudiantes que tienen entre 17 y 18 años y cursan el Bachillerato en Humanidades. Los jóvenes para él son “la mayor fortaleza que tiene esta universidad”. A ellos les comenta que un 20% de los resultados de la primera prueba son deficientes. “Las notas siempre pueden estar mejor”, dice con calma. Les explica que un 5 en la universidad es como un 6,5 en el colegio, para que tengan una idea de lo que pasará de aquí en adelante. Lo dice mientras proyecta una imagen de Los Jaivas con la letra de Todos Juntos y chequea imágenes y videos que proyectará en clase.
César Albornoz es historiador, Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Doctor (c) en Historia por la misma casa de estudios. Académico de la Universidad Alberto Hurtado y de la Universidad de Stanford. En la UAH, imparte la clase de Rock y contemporaneidad, Cultura Latinoamericana y Teoría de la historia. Los alumnos dicen de él que es uno de los mejores docentes que logra entusiasmar al más distraído e indiferente de los mortales. Con él se aprende historia sí o sí, desde todos los credos revolucionarios, comenta una ex alumna de periodismo.
“A mí en general me va bien en clases. Eso implica que la actitud de los alumnos siempre es muy positiva, pero hay problemas en términos de logros de las competencias que se requieren, sobre todo en el caso de historia. En bachillerato me interesa abrir ventanas, puertas de conocimiento y generar inquietudes, ese es el objetivo”, comenta.
La clase de este martes es un recorrido por la identidad y la fusión de la música latinoamericana de los ’70 y ‘80 pasando por los compositores que compusieron a punta de metáforas para pasar la censura de gobiernos dictatoriales y el impacto del exilio en grupos como Los Jaivas e Illapu. Nombra referentes como Víctor Jara en Chile, o en Brasil MPB, Tropicalia, del compositor brasilero Geraldo Vandré y Sui Generis en Argentina. Con la voz de Nito Mestre y Charlie García cantando Cuando ya me empiece a quedar solo, el profesor hace un guiño al espíritu que hay detrás de esta canción. “Es sentimiento triste que se canta… es un tango”, dice como si su vida futura estuviera en esa canción. En otra parte tararea a Los Dinosaurios de Charlie García para explicar por qué la letra alude a los detenidos desparecidos de la dictadura argentina. Con Silvio Rodríguez analiza la canción Te molesta mi amor, y le saca el velo amoroso para apelar al amor revolucionario y cómo la guerra fría violentó al compositor y a su pueblo. Santiago de Chile marcada por la destrucción de La Moneda y la impactante imagen del golpe del ’73, se proyecta en la sala de clases también para contextualizar canciones de Santiago del Nuevo Extremo y de la trova cubana. Para terminar toma al grupo de rock chileno Tumulto, y cómo en plena dictadura pudo hablar de drogas en una dulce canción que lleva como título la “Rubia de los ojos celestes” al más puro estilo de Lucy in the sky with diamonds de Los Beatles.
Mampato
César Albornoz es historiador y cuando se le pregunta por qué estudió historia le echa la culpa rápidamente a Mampato, ese proyecto editorial infantil, quizás el más potente que ha tenido Chile y que conectó a los niños con el tiempo y el espacio. “Me encantaba”, recuerda. De joven, era muy buen estudiante en el colegio básico y en la secundaria en el San Ignacio. “Me fue bien en la prueba, postulé a historia a secas al Campus Oriente y quedé”. Desde aquel entonces no ha parado de estudiar y aprender. Su forma de trabajo actual es estar siempre profundizando contenidos, porque lo fuerte es “ser profesor”. “Los alumnos no son tontos, ramos como cultura latinoamericana e historia latinoamericana siempre los modifico, profundizo, y eso me obliga a estar permanentemente investigando y generando nuevos productos de mi trabajo”.
En términos académicos, el profesor confiesa que ha llevado una vida bien solitaria, porque nunca ha sido contratado por una universidad, “Es mejor la libertad”, comenta. ¿Pero qué dificultad tiene este estilo de llevar la academia? “Tiene la dificultad de que te obliga a ser muchas horas de clases y te dificulta la investigación, porque no tienes una institución detrás que te respalde, pero igual he podido armar mi cuento que es la cultura contemporánea, y eso me permite hacer cátedras. Todos los cursos riman, todos tienen que ver con la contemporaneidad y la cultura latinoamericana y eso ayuda a fortalecer, estructurar y complementar los contenidos en sala”.
-¿Pesa en el mundo académico no investigar y publicar?-
– No puedo tener publicaciones ISI, pero he sido manager y productor musical y soy jurado de los premios Pulsar (se ríe). Está súper sesgado el sistema, pero en el caso de la historia hay distintas formas de trabajarla y tengo la convicción de que ese modelo no es el único. Una buena clase también es un producto de investigación porque empieza y termina, y para llegar a eso hay que tener un guión que sugerir, una idea y una hipótesis. Ser buen relator, hacer una buena una ponencia o una tesis, todo viene de la investigación y de la conjetura.
-¿Le gusta hacer clases?-
– Este semestre cultura latinoamericana es un ramo que me gusta mucho hacer porque de alguna manera lo construí en Stanford y lo acomodé para impartirlo acá y es exquisito porque pasa desde el tango hasta Charly García, los murales hasta García Márquez. En la Universidad Católica estoy haciendo una monografía de investigación sobre la historia del rock chileno, y dicto Teoría y Pensamiento Histórico en la UAH, que es súper volado.
-¿Cuál es su ideal de excelencia académica?-
– Qué difícil pregunta. Nunca me lo habría preguntado. Puedo decir que el motivo de que yo esté en la academia es por la historia y me siento más historiador cuando soy feliz comprendiendo mejor el presente a la luz de la dimensión temporal de la sociedad.
-¿Que le enseña a sus alumnos más allá de los contenidos formales?
-Trato de transmitir, en términos coloquiales, buenos cuentos. Quiero que los cabros sean felices. Que lo pasen bien, que tengan una buena experiencia de sala. Y más en profundidad son comprensiones vinculadas a la concepción de la sociedad.
La clase termina. Y para la próxima semana continúa con Anita Tijoux y qué hay que entender del hijo disidente de Silvio Rodríguez, Silvio Liam Rodríguez, que es actual productor de un grupo de hip hop cubano con letras políticamente incorrectas. La idea el curso es justamente llegar desde el siglo XX a comprender el presente.