Lamentamos profundamente la decisión, tomada por un grupo reducido de estudiantes, de ingresar de manera violenta e injustificada, el día lunes 27 de junio a las 02:20 am, a dependencias de la universidad. Dicha acción implicó el amedrentamiento a los guardias de turno, desplazamientos indebidos por los techos de la universidad y de propiedades aledañas, irrupción en oficinas de académicos y rotura de alarmas. Además, ingresaron a dependencias de la rectoría y de la casa central, violando la más elemental consideración y privacidad.
Como hemos indicado anteriormente, la UAH comparte muchas de las demandas estudiantiles. Es sabido por la comunidad universitaria, por ejemplo, que el rector ha acudido al parlamento, ha hablado con las autoridades y se ha expresado públicamente exigiendo profundas reformas al sistema educacional chileno, en la educación superior y muy particularmente en el financiamiento de los estudiantes de menores recursos económicos. Todo ello hace aún más inexplicable la irrupción violenta e ilegítima del pasado lunes.
Los hechos descritos, a juicio de la UAH, entorpecen la búsqueda razonada de una solución a los graves problemas que preocupan al estudiantado nacional. Por lo tanto, las autoridades de la universidad dispusieron que se adoptasen las medidas tendientes a lograr la restitución de los inmuebles para hacer viable la vida universitaria. Se tomó esta dolorosa decisión en razón del bien común, luego de haber solicitado reiteradamente a estos estudiantes que depusieran voluntariamente su actitud, porque sabemos los enormes sacrificios que hacen las familias y la mayoría de los estudiantes para realizar estudios serios. La comunidad universitaria debe responder a los compromisos universitarios previamente adquiridos y no puede verse obligada a cerrar sus puertas por la acción ilegítima de un grupo de estudiantes.
Hace tres años expresamos con toda claridad que estas situaciones de violencia no podían tolerarse en la Universidad Alberto Hurtado. Se dijo en esa ocasión:
“Por el bien de todos y como garante del bien común estoy obligado a tomar todas las medidas conducentes a la normalización. Si el diálogo nos enaltece, la debilidad haría inmanejable nuestra institución. Ante un hecho ilegítimo y violento no puedo permanecer indiferente. Quiero dejar constancia ante la comunidad del deseo de todos los directivos frente a actos de violencia de responder con mesura… Pero así como he sido claro en mi voluntad de evitar las medidas extremas, debo ser claro en asegurar que, en el futuro, asumiré mi responsabilidad para normalizar la actividad académica con celeridad y no dudaré en hacerlo sabiendo que la responsabilidad de hechos que yo no deseo recaerá exclusivamente en quienes previamente perjudiquen gravemente la marcha y el nombre de la Universidad”
No perseguimos las ideas, sino que nos oponemos a un desorden que destruya la vida universitaria. Estamos conscientes de la existencia, a nivel nacional, de una serie de demandas estudiantiles orientadas a generar reformas profundas a nuestro actual sistema de educación superior. Desde las facultades y carreras se ha acogido y acompañado la reflexión liderada por los estudiantes, flexibilizando el término del semestre y buscando establecer acuerdos que permitan compatibilizar el legítimo derecho a expresarse con los compromisos universitarios previamente definidos. En virtud de lo señalado una acción como la de la madrugada de este lunes nos resulta aún más incomprensible e injustificada.
Hemos estado, estamos y estaremos, siempre abiertos al diálogo, porque creemos que es posible mejorar el proyecto que tenemos entre manos. Sin embargo, los hechos descritos atentan contra el alma misma de lo que es una universidad seria y pertinente. Reiteramos nuestra voluntad de diálogo con estudiantes democráticamente elegidos para representar a sus compañeros, en procesos claros e informados. Hay problemas nacionales que no deberían dividirnos, y destruir nuestra convivencia. Por el contrario deberíamos trabajar juntos por un país más justo.