Fuente: puroperiodismo.cl
El 23 de septiembre se cumplen tres años desde que la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (Ley IVE, 21.030) entró en vigencia. Esta ley contempla tres causales en las cuales una mujer puede abortar: peligro para la vida de la madre, inviabilidad fetal y violación. Sin embargo, ad portas del plebiscito constitucional, la discusión en torno a la despenalización total del aborto forma parte de petitorios que pretenden incorporar los Derechos Sexuales y Reproductivos de las mujeres en la redacción de una posible nueva Carta Magna. De acuerdo a la especialista en salud reproductiva, la ley IVE no se ha desarrollado con el cuidado que merece, dejando a la deriva a miles de mujeres y exponiéndolas a las insalubres condiciones de abortos clandestinos debido a la criminalización que conlleva el acto dentro de nuestro territorio nacional.
-Cuando entró en vigencia la ley 21.030, la ciudad de Osorno presentó una situación extrema al tener el 100% de objetores de conciencia en el área de salud, ¿cómo sería el procedimiento de una mujer que necesita acceder a un aborto en su región y no puede porque todos son objetores?
-Osorno no ha sido el único caso. Uno de los primeros fue en Chiloé con una chica de 14 años embarazada a causa de una violación. Ella y su familia decidieron recurrir a la tercera causal (violación) así que viajó desde una zona rural hasta Angol, allí les dijeron que no tenían una normativa establecida aún; normativa que emitieron casi un año después de que se promulgara la ley. Tuvo que viajar hasta Santiago para interrumpir una gestación muy, muy avanzada. Dime, ¿Cuál era la necesidad de trasladar a una menor de 14 años, dejarla sola, sin redes de apoyo cercanas y de patologizar un proceso? El aborto es normal, es un proceso reproductivo habitual. De esta forma miles de mujeres controlaron su natalidad durante siglos. Entonces que ahora se hable de hospitalizarlas para darles Misotrol es sobremedicalizar la salud, una especie de “queremos que estén acá y que las miremos porque desconfiamos”.
-Quizás también meter un poco de miedo desde este sector conservador.
-¡Exacto! Por ejemplo, el hospital de Osorno tuvo que contratar a dos médicos no objetores luego de que se viralizara lo que mencionaste. Esto fue gracias a la presión de las propias mujeres, pero el hospital se resguardó diciendo que las pacientes podían irse a la ciudad más cercana para atenderse, que en este caso habría sido Puerto Montt y ¿por qué una mujer tendría que dejar su nicho para abortar? No es un procedimiento complejo. Ahí el Gobierno tomó cartas en el asunto porque esto no podía ser. Osorno podría haberse convertido en una especie de modelo a seguir. Luego habría sido Elqui, Huasco, Antofagasta, etc…
-Claro, considerando también que hasta el día de hoy el Minsal no ha presentado un protocolo claro con respecto a los objetores de conciencia.
-Totalmente. Ser objetor es presentar un papel firmado. No tienes que ir a la notaría ni dar razones, sino que vas a la clínica donde trabajas, pides el formulario y marcas las causales que objetas. Nada más. No hay que pagar multa ni legalizarlo en la notaría. A mí me parece una falta de respeto, sobre todo ahora que las organizaciones también pueden declararse objetoras. Por ejemplo, la Católica y Christus declararon que sus centros de atención primaria, Áncora, también son objetores. Están en La Pintana, San Ramón… ¡Poblaciones absolutamente vulnerables! La ley dice claramente que los objetores pueden ser solo aquellos que se encuentren dentro del pabellón. La Universidad de los Andes fue más allá y declaró objetor a su edificio docente, ¿qué médicos vas a formar? ¿No vas a enseñar a realizar abortos? Chile es un Estado laico, pero a raíz de estas situaciones te das cuenta del peso que sigue teniendo la Iglesia…
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