Pablo Salvat, académico del Departamento de Ciencia Política y RR.II.
Por: Pablo Salvat, Departamento de Ciencia Política y RR.II. Publicado en Cooperativa.
Pablo Salvat, académico del Departamento de Ciencia Política y RR.II.
Más allá del horror y el dolor visualizado en horas en vivo y en directo. Horas de televisión que aturden. Tenemos que detenernos a reflexionar sobre el sistema-mundo que nos rige. Lamentablemente la mayoría de los medios, en manos de poderosas empresas privadas y corporaciones, no ayudan a entender lo que sucede.
Alientan el emotivismo, la pena y la consecuente rabia irreflexiva. Hay que hablar, al mismo tiempo, de la condena enérgica a ese tipo de actos, pero también, de la política guerrera de las grandes potencias –Otan y USA-, en Medio Oriente. De la política dura y muchas veces excluyente, respecto a los inmigrantes.
¿Acaso piensa usted no hay conexión entre esas políticas y lo que sucede hoy en Siria, Irak, Afganistán, Palestina, por ejemplo?
¿Qué ha dicho el Presidente de Francia? Que responderán de “manera despiadada”.Usted cree que ese tipo de respuesta apunta hacia alguna solución real? Occidente y sus elites responden con una moneda que conocen y les sirve desde hace tiempo: la guerra.
Los medios no hacen memoria. No les interesa. ¿Recuerda lo que pasó con las Torres Gemelas, Irak o Afganistán? Nos enteramos después: no había justificación objetiva para invadir y destruir el Irak de Sadam Hussein, el año 2003 de parte de EEUU. Pero bueno, había pretextos para ello.
¿Cuántos civiles, hombre, mujeres y niños murieron allí víctimas supuestamente de una lamentable “equivocación”? ¿Se ha inquietado por saberlo lector/lectora?
El Opinion Research Business, una agencia británica privada de encuestas, calcula en aproximadamente 1.200.000 los muertos entre 2003 y 2007 (publicado en The Guardian, 16 de septiembre del 2007). Entre las fuerzas de ocupación –dice- han muerto unos 4.000 americanos, un centenar de británicos y unos 100 soldados de otras nacionalidades. Otra vez el cinismo en plaza de las elites poderosas y sus aliados en los medios.
Lo que hay que ver es el accionar de este proceso de globalización del mercado y del capital y sus ambiciones desmedidas en todo el orbe con sus aliados políticos. Quizá por ahí va la cosa pues. Después de Irak, vino la invasión de Afganistán y después de Libia. ¿Lo recuerda? Todo ello en medio de un supuesto proceso de “revoluciones naranjas”.
El interés geopolítico (rodear a China, aislar a Rusia) y por los recursos energéticos que existen en el Medio Oriente, se disfraza de lucha a favor de los derechos humanos y una democracia “liberal”.
Porque lo sabemos, después de la caída de los socialismos históricos estaríamos en el “fin de la historia”; no puede haber más que capitalismo y democracia restringida en todo el globo según las potencias dominantes.
¿Se enteró de lo que sucedió con Libia? Un país que tenía los más altos índices de desarrollo humano según Naciones Unidas en África. Hoy es un país tribalizado, desmembrado y empobrecido. Que tiene al menos dos gobiernos que reclaman legitimidad. Con tribus guerreando entre sí por el control de territorio y de pozos de gas natural y petróleo. Lugar de paso y reclutamiento de grupos como Al Quaeda y similares.
¿Y su ex jefe de Estado? Fue asesinado de una manera vil por supuestos mercenarios.Esa muerte- no hay que olvidarlo-, provocó la “euforia” de la secretaria de Estado norteamericana de sorpresiva “visita” en ese país. Después de Libia vino Ucrania y Siria. Bajo pretextos siempre similares, la OTAN y los Estados Unidos, resuelven seguir allí sus operaciones e intereses, económicos y militares.
No era suficiente apoyar a los opositores al régimen sirio. Había que armar a grupos de mercenarios y dar paso a una guerra civil que vemos en qué va hoy. De esa situación se han aprovechado los grupos afines a Al Quaeda y el llamado Estado Islámico, que ven la debilidad de esos gobiernos y Estados para expandirse en Irak y Siria. Y de nuevo, la intervención de países de la OTAN y los Estados Unidos bajo los mismos pretextos de siempre: no nos gusta ese o aquel gobierno, por favor, túmbenlo y hablamos (intervenciones sin autorización de Naciones Unidas ni de nadie).
Como se ve aquí no hay justificaciones relacionadas con cosmovisiones religiosas o culturales contrapuestas en juego. Lo que hay son intereses expansivos del mercado y del capital y la manipulación de sentimientos y sectas religiosas in situ. ¿Cuántos sirios han muerto ya desde que comenzó esa ofensiva armada en su suelo? ¿Quién pagará la destrucción de infraestructura e instituciones que existían en ese país milenario, una de las cunas de la civilización?
Poca información se ha dado del atentado perpetrado por miembros de Isis un día antes del de París, en el Líbano, contra seguidores chiitas, con más de 40 muertos y más de 200 heridos.
¿Se acuerda usted del otro atentado en Turquía, en octubre pasado, con más de 100 muertos y cientos de heridos, en una manifestación del Partido kurdo?
¿Alentará este nuevo atentado en París el alma guerrera de las elites en Francia y sus aliados que, de seguro, insistirán en el recurso “despiadado” de la guerra y la invasión en Siria? Las consecuencias de esas “pacificadoras” intervenciones están a la vista; por un lado, una enorme migración desde todos esos países hacia la vieja Europa y el sufrimiento que acompaña a cientos de miles en ese periplo.
Por el otro, el previsible traslado de ese conflicto hacia los países centrales bajo la forma del terror (de esos grupos anónimos y del que ejercerá previsiblemente el propio Estado).
¿Hasta cuándo la insaciable voluntad de poder globalizada y nihilizada de las elites occidentales y sus aliados en el Oriente Medio continuarán con sus políticas guerreras?
¿Cuándo les interesará de veras aprender de lo ocurrido y del sufrimiento de tantos inocentes? Como bien dice el poeta: “Hacemos como que no pasa nada/ y lo que está pasando/ es la demolición del mundo” (J.Riechmann).