Señor director:
Como cada año, tras los resultados del Simce se analizan aspectos que parecen centrales: brecha entre establecimientos municipalizados y particulares, brecha de género y razones de pequeños aumentos o retrocesos.
También aparecen los ranking de colegios, mientras al interior de cada institución se celebra, se guarda silencio o se pide justificación (directivos a profesores, apoderados al colegio) en caso de haber resultados desfavorables.
En síntesis, una discusión reduccionista que aporta poco y termina lanzando los dardos sobre el profesorado.
La tensión entre enseñar para comprender e intervenir la realidad, y dar cuenta de un buen resultado Simce no se ha resuelto, ni se resolverá bajo los mismos análisis de la contingencia. Una preocupación de fondo es cómo mejorar la formación inicial del profesorado y cómo hacerse cargo de la formación continua con políticas públicas que tengan impacto.
Basta ver la carencia de oportunidades para los profesores, en formación y en sus lugares de trabajo, sin asignación de tiempos para planificar, evaluar sus propios procesos, intercambiar experiencias y diseñar clases en conjunto.
Es difícil entender esto mientras el paradigma se sitúe en los resultados de una prueba, como único o el más relevante indicador de éxito profesional de un profesor y, al mismo tiempo, de calidad del aprendizaje de los estudiantes.
Roberto Vidal C.
Director Pedagogía en Matemáticas Facultad Educación
Universidad Alberto Hurtado