Soy Viviana Mediana, Alumni UAH de la primera generación de psicología.
Entré a la UAH el año 2000 a Bachillerato en Filosofía y Humanidades. En ese momento la Universidad era muy pequeña, no superaba los 300 alumnos y las instalaciones eran las de calle Barroso 6 y una que otra sala del edificio del entonces Arzobispado. El ambiente era extremadamente familiar. Todos nos conocíamos. Incluso recuerdo que había una sola impresora para todos y que había un timbre para ingresar.
En el patio había un taca-taca en el que jugábamos todos, y recuerdo con mucho cariño los sillones enormes que estaban en barroso en donde nos encontrábamos antes de entrar a clases.
Al año siguiente se inauguró Psicología, Periodismo y Comunicación Estratégica y ahí me cambié a Psicología. Soy de la primera generación, una generación en la que ingresamos 38 personas y nos titulamos 17, por lo que el ambiente continuó siendo siempre muy familiar. Los profesores que dictaban las clases eran los mismos directivos de la escuela y siempre mantuvieron un trato muy cercano con nosotros.
Tuve la suerte de ver crecer a nuestra Universidad, tanto en número de alumnos como de carreras y de espacios físicos, sin perder nunca la calidad.
Actualmente Vive en Buenos Aires desde hace ya casi 7 años. “Me vine por una maestría en Psicoanálisis y por esas vueltas de la vida terminé enfocada en el área de la discapacidad. Trabajo en un centro de Rehabilitación pediátrica en el área de integración escolar. Nuestro trabajo consiste en acompañar a niños y niñas con discapacidad (física, emocional o mental) a las escuelas comunes. A cada niño se le asigna un maestro integrador que lo acompaña de lunes a viernes, durante su jornada escolar, a clases y busca las estrategias necesarias para que pueda alcanzar los objetivos académicos y sociales de su curso. La idea es hacer equipo con el docente de aula para que la inclusión se da desde dentro de la escuela”.
Por las mañanas acompaño a una pequeña a clases, desde hace ya 4 años y por las tardes trabajo como coordinadora del centro apoyando y coordinando la integración de 23 pequeños.
¿Cómo sientes que te diferencia, el ser egresado UAH, en cuanto a tu que hacer profesional?
Siento que la red jesuita, al ser tan grande, nos ofreció desde los primeros años de carrera la posibilidad de ir poniendo en práctica los contenidos teóricos. Desde primer año tuvimos la suerte de ir a terreno, a observar, aplicar test, entrevistar.
Ya más avanzados en la carrera se inauguró el consultorio en donde cada uno de nosotros tenía dos o más pacientes a cargo. Las prácticas profesionales las realizamos en lugares muy buenos (yo la hice en un Cosam y en la unidad de atención a víctimas y testigos del Ministerio Público). Esto sin duda fue un plus, ya que nos permitió soltarnos y atrevernos a enfrentarnos a pacientes desde los primeros años, siendo siempre acompañados muy de cerca por los profesores de la carrera.
En mi paso por las prácticas como por diversos trabajos, me encontré con alumnos de otras Universidades que capaz manejaban mucha más teoría pero sin la experiencia clínica, la cual, a mi juicio es fundamental.
También rescato el enfoque social de la UAH. Tuve la suerte de pertenecer al grupo creador de la pastoral universitaria, grupo que siempre contó con el apoyo de jesuitas que nos entregaban herramientas para llegar de un modo cercano a las comunidades donde intentábamos servir. Eso sin duda me marcó y me sirve hasta hoy en mi quehacer diario con niños y niñas que están muy atravesados por el discurso médico y bastante postergados en sus derechos de infancia.
Finalmente intento con cada paciente poder rescatar y restituir esa infancia que la discapacidad le ha arrebatado.