Fuente: Diario Financiero
Su tesis es sobre las desigualdades en la política de vivienda social en cuatro regiones del país (Valparaíso, Metropolitana, Maule y Biobío). “No tuvimos acceso a los laboratorios, a la biblioteca ni pudimos acceder a los programas de análisis de datos que compran y están en las universidades. En mi casa no tengo las condiciones adecuadas para trabajar. La gente dice ‘Paris, qué glamour, pero tú vives en un departamento de 20 metros cuadrados con tu pareja, tu hijo, donde hay una pieza, y durante el confinamiento todo pasa en esa pieza. No pude avanzar en la escritura, ni acceder a los programas de análisis de datos. A mi jefa de tesis la confinaron fuera de Paris, en un lugar sin internet, estuve siete meses sin hablar con ella”, dice. Su beca se le acaba el 26 de septiembre.
“Las visas están asociadas al financiamiento, por lo que si no tienes plata, no puedes renovarla. La mía se acaba en diciembre, y ante la pregunta de cómo lo voy a hacer para subsistir, la verdad es que no sé. Pienso en pedir un crédito a un banco en Chile, pero no se puede porque no tengo cómo demostrar ingresos porque la beca no es un ingreso. Y ¿ qué hago, pido plata a mi familia? Pero en Chile están todos mal también.
Tenemos un poco de ahorros, que están pensados para la vuelta, pero vamos a tener que ocupar lo más que se pueda, y cuando ya no se pueda, vamos a tener que volver a Chile sin el doctorado terminado. Para el estándar francés, somos tan precarios, que me llegaron hasta canastas solidarias de la universidad, relata…
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