En una sociedad que se esmera en respetar los derechos de la niñez y de los grupos más vulnerables, profesionales como Constanza Villanueva, trabajadora social de la UAH, son claves para el diálogo, educación y asistencia de las comunidades en riesgo. Ella trabaja en la Oficina de Discapacidad del Departamento de Diversidad e Inclusión de la Municipalidad de Providencia, y en el equipo multidisciplinario del Departamento de Diversidad e Inclusión, cuya misión es realizar intervenciones en grupos humanos de infancia, juventud, migración, mujer, diversidad sexual y discapacidad.
Conversamos con Constanza para entender el rol que tienen los trabajadores sociales en Chile, qué complejidades resuelven, con quiénes se trabaja para lograr objetivos en los gobiernos locales y qué cualidades deben tener: “Es vital entender que los trabajadores sociales no somos superhéroes, sino un agente de cambio que puede propiciar o fomentar que las personas que solicitan apoyo u orientación logren generar sus propios cambios o alcanzar sus metas personales”.
—¿Cuál es tu rol en la Oficina de Discapacidad del Departamento de Diversidad e Inclusión de la Municipalidad de Providencia?
—Mi quehacer en este espacio consiste en brindar orientaciones y asesorías a vecinos y vecinas de la comuna para que puedan postular a
beneficios sociales, gestionar el Registro Nacional de Discapacidad o Credencial de Discapacidad y acercarlos a la comunidad a través de talleres socioeducativos para personas con discapacidad y para sus cuidadores/as. De igual manera, estoy encargada del programa Espacio Comunitario Interactivo (ECI), que invita a la comunidad a participar del primer programa municipal con el sello de ser “una aventura de crianza en tribu”. Este pretende acompañar a los niños y niñas en su desarrollo infantil y a los cuidadores y cuidadoras en la difícil tarea de la crianza en conjunto con terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos/as, que son parte del equipo de facilitadores en los ciclos de “TEAller”, a través del que fomentamos habilidades sociales y comunicativas a grupos de personas del espectro autista.
—¿Qué es lo más complejo y lo más gratificante de tu labor actual?
—Lo que más agradezco de mi espacio laboral es que me permite desempeñar mi quehacer como trabajadora social desde una perspectiva comunitaria. Me siento muy agradecida de las oportunidades que me han brindado y de aprender día a día nuevas temáticas relacionadas a materias como vulneraciones de derechos, crianza respetuosa y disciplina positiva. Poco a poco he ido incorporando conocimientos vinculados a diagnósticos de niños, niñas y jóvenes con algún tipo de discapacidad.
Lo más complejo es cuando se debe intervenir en casos donde las personas con discapacidad son mayores de 18 años, y en ocasiones cuando son adultos mayores que no han contado con las redes de apoyo adecuadas o no han podido acceder a oportunidades que les permitan una real inclusión en la sociedad; casos en los que las vulneraciones a sus derechos son graves y que personalmente me generan frustración por no poder ser una especie de “superheroína”.
—En cuanto a la vulneración de derechos en niños y niñas y adolescentes: ¿Cuál es tu postura de lo que el país debe entender para un mejor trato con la infancia?
—Considero que se debe entender a la niñez como personas con derechos que tienen voces y opiniones. Se deben construir políticas sociales desde ahí, ya que cada niño, niña o joven que se encuentra
inserto/a en un contexto determinado tiene una historia, una forma de ver el mundo diferente a lo que tiene establecido el adultocentrismo. Dejarlos fuera de los procesos de cambio o conformación de las directrices de nuestro país seguirá repercutiendo a una sociedad injusta y poco equitativa.
—Los jóvenes que rindieron la PAES este año inician el proceso de postulación a las diversas carreras universitarias. ¿Qué les dirías a quienes se inclinan por estudiar trabajo social?
—Les diría que deben ser capaces de generar un espacio de respeto y de escucha activa con las personas con las que se relacionen. Yo he podido comprobar que con el simple hecho de prestar atención a un otro se puede cambiar una realidad de manera significativa.