No se sabe exactamente quiénes visitan el sitio www.archivospublicos.cl que reúne todo el material del gobierno de Patricio Aylwin. Lo que sí se puede medir son las visitas a la plataforma patrimonial de la Biblioteca de la Universidad Alberto Hurtado, donde está alojado. Según el jefe de archivo de la UAH, Nelson Adriazola, el archivo patrimonial de la biblioteca lleva un total de 44.207 visitas en lo que va de 2022: “Es un sitio de alto interés por los temas de memoria”, señala.
El archivo del expresidente Aylwin contempla un total de 97.000 documentos de su período presidencial. Es un material único e inédito que reúne la correspondencia oficial; informes de análisis político; minutas; actas de los consejos de gabinete; recortes de prensa, además de un gran conjunto de correspondencia enviada por la ciudadanía. Esta última evidencia la inmensa preocupación del Gobierno de abrir la comunicación entre los chilenos y la más alta autoridad del país. Otro ítem incluido es el del gabinete de la exprimera dama Leonora Oyarzún.
El arribo a la UAH
Fue entre el 2011 y el 2012 que el material del exgobernante llegó en camiones a la Universidad Alberto Hurtado desde la Corporación Justicia y Democracia. Eran torres de papeles que se mantuvieron en un subterráneo y recién en 2016 se presentaron a la comunidad como un archivo totalmente digitalizado, dispuesto para ser estudiado, investigado y revisado por académicos y estudiantes. Este proceso se logró gracias al apoyo económico de la Fundación Konrad Adenauer.
La plataforma archivospublicos.cl cuenta, además, con material audiovisual: alrededor de 200 VHS, fotografías y reconocimientos internacionales, como el diploma Honoris Causa de la Universidad de París, por su contribución a esclarecimientos de casos ligados a los Derechos Humanos.
El jefe del archivo UAH Nelson Adriazola contó que la tarea de ordenar el material no fue nada fácil por la cantidad y la diversidad de materias. “Venía todo en archivadores y optamos por identificar varias temáticas propias: giras, derechos humanos, relaciones cívico-militares, relaciones con el sistema judicial, con los diferentes partidos políticos y a partir de ahí sacamos carpetas y clasificamos. Mucho más tarde preparamos las hojas tamaño carta, sacamos los corchetes y las enviamos a digitalizar”, cuenta.
El equipo para realizó esta ardua tarea estuvo conformado por siete personas que se turnaban en tres o cuatro horas. “La única recomendación que tuvimos fue no publicar la identidad de los remitentes de las cartas enviadas al presidente por un tema de confidencialidad. Se conversó con Carlos Bascuñán sobre la documentación del gabinete que, siendo pública, tenía sus bemoles: palabras escritas a mano que podían contener información sensible”, recuerda Nelson Adriazola.