En Barcelona, los urbanistas escribieron un manifiesto por la reorganización de la ciudad tras el COVID-19. En el citado documento se señala entre otras cosas que “El post-COVID-19 es una oportunidad única para impulsar medidas —permanentes— para devolver la ciudad a las personas. Y en Chile: ¿Qué posibilidad tenemos de repensar la ciudad y mejorar las formas tan precarias de habitar? El análisis es de la Doctora (c) en Arquitectura y Estudios Urbanos y académica de la carrera de geografía de la Universidad Alberto Hurtado, Loreto Rojas.
-¿Es la incertidumbre un concepto que se considere al momento de hablar de ciudad o en su planificación?-
-La incertidumbre es un concepto inherente al estudio científico, pero aparentemente lejana a la práctica urbana. Nos centramos de forma tal vez excesiva en lo cierto, lo comprobable, lo concreto. No estamos en el plano de lo abstracto, lo relativo, lo sorpresivo, por ello la incertidumbre es un concepto difícil de asir ¿La pregunta de hoy es cómo enfrentamos la incertidumbre desde la planificación urbana?
Dado el momento de confinamiento e incertidumbre que vivimos, cabe aquí recordar un libro de Taleb –“El Cisne Negro”–, donde llama la atención acerca de aquellos eventos de poca predictibilidad, estadísticamente improbables, pero que en su ocurrencia generan un alto impacto por sus consecuencias.
La tesis que guía la reflexión de Taleb, si bien se desarrolla de forma genérica, me parece absolutamente extrapolable a los estudios urbanos. Sin embargo, no planificamos las ciudades pensando en estos eventos –lo cual hoy parecería razonable–, por ello la posibilidad de un confinamiento en simultáneo de todos los integrantes de una ciudad producto de una pandemia, no era algo imaginable y, cuando se presenta, se constituye en un hecho disruptivo.
De esta forma, la pandemia interpela el diseño y la planificación de nuestras ciudades, poniendo varios de los elementos que la conforman en su máxima tensión.
-En este escenario: ¿Cuál es la autocrítica disciplinar?-
-Centrarnos demasiado en lo que ya sabemos, poner foco en la coyuntura, lo inmediato y actuar bajo una linealidad, sin contemplar la posibilidad de enfrentar hechos de baja probabilidad.
Esto presenta nuestras evidentes limitaciones, las cuales hoy son cuestionadas, en la medida que se plasman o materializan en vacíos normativos, que diseñan espacios urbanos con estándares básicos (que no es lo mismo que un estándar mínimo), que no resisten la tensión de ser sometidos a un hecho inusual o de baja probabilidad: por ejemplo, el uso máximo de espacios residenciales, bajo la demanda de confinamiento simultáneo. Claramente estos espacios no están preparados para albergar a la familia en simultáneo. La pandemia, por tanto, visibiliza los errores acumulativos de la forma como entendemos y planificamos nuestras ciudades…
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