Tony Mifusd S.J. Centro de Ética y Refexión Social Fernando Vives S.J.
En estos últimos tres años (2013 – 2015), atendiendo a cinco encuestas (Encuesta Cooperativa, Imaginacción, Universidad Central, 20 enero 2015; Encuesta UDP 2014; Encuesta CEP, julio 2014; Encuesta GFK Adimark, junio 2014; Encuesta PUC/GFK Adimark, 2013) se observa la consolidación de algunas tendencias en la opinión ciudadana sobre el aborto y su despenalización.
1. El aborto
En enero de este año, el 57.7% de los encuestados se pronunciaron a favor del aborto en los casos de malformación fetal, peligro de la vida de la madre y violación (Cooperativa-Imaginacción-Universidad Central, 2015). Esta cifra coincide con otra encuesta que se realizó a mitad del año pasado: el 55% permitiría el aborto en casos especiales (Encuesta CEP, 2014). Lo mismo pasa si se compara con una encuesta del año 2013: el 59% aprobaría el aborto en caso de violación y el 55% si peligra la vida de la madre, aunque sólo un 31% aprobaría en caso de un nacimiento con discapacidad física (Encuesta PUC/GFK Adimark, 2013).
Distintas encuestas, sea con respecto al año como también al Centro que la realiza, pero cifras comunes y convergentes. Aún más, se observa que en una encuesta que cubre desde el 2006 al 2013 (Encuesta PUC/GFK Adimark, 2013) existe una clara tendencia de creciente aceptación del aborto.
Así, el rechazo al aborto, bajo ninguna circunstancia, como derecho de la mujer era del 52% en el 2006, pero baja al 33% en 2013, lo cual no deja de ser una baja significativa de 19 puntos. A la vez, la aceptación del aborto como derecho de la mujer, pero sólo bajo alguna circunstancia, sube de 42% en el 2006 a 59% en 2013, es decir, un aumento significativo de 17 puntos. En el caso de la violación, la aceptación del 40% de los encuestados en el 2006 sube al 59% en 2013; en el caso del peligro a la vida de la madre, la aceptación del 39% llega al 55% en 2013.
En esta misma encuesta se asume la variable religiosa, comparando el 2010 con el 2013: (a) Entre aquellos que se profesan católicos en el año 2010, el 55% no acepta el aborto bajo ninguna circunstancia, pero baja al 30% en el 2013; entre aquellos que se declaran de otra religión, en el 2010 el 66% no acepta el aborto bajo ninguna circunstancia, pero baja a un 49% en 2013; y entre aquellos que se identifican como sin religión se pasa del 40% en el 2010 a un 22% en el 2013.
Se observa el mismo fenómeno frente al interrogante sobre si se aceptaría el aborto pero sólo bajo alguna circunstancia: entre los católicos se sube del 41% (2010) al 63% (2013); entre aquellos de otra religión se aumenta de un 30% al 47%; y entre los sin religión se asciende del 50% al 58%.
2. La despenalización del aborto
Este año (enero, 2015) el Gobierno presentó al Congreso un proyecto de ley sobre la despenalización del aborto en tres causales (vida de la madre, inviabilidad fetal y violación). De esta manera, se ha introducido un matiz al tema del aborto, ya que el debate gira en torno a la despenalización. En otras palabras, uno puede estar, por principio, en contra del aborto pero aceptar que este delito legal no sea sancionado con la cárcel. Por consiguiente, es preciso no identificar sin más la aprobación del aborto con su despenalización.
Al respecto, el 71% de las personas encuestadas por Adimark (Encuesta GFK Adimark, junio 2014) se pronunciaron a favor de despenalizar el aborto en los casos del riesgo a la vida de la madre, la violación sexual y la inviabilidad del feto. Sólo un 23% se manifiesta en contra.
La Encuesta Nacional de la UDP (2014) llega a unos resultados parecidos: el 70% aprueba la despenalización del aborto si la vida de la madre corre serio peligro; el 67.8% si el feto es inviable; y el 61.9% en el caso de una violación.
Por consiguiente, las distintas encuestas reflejan dos tendencias en la opinión pública: (a) un aumento en la aceptación del aborto en determinadas situaciones, y (b) una mayoritaria aprobación de la despenalización del aborto en algunas situaciones específicas.
3. Una reflexión ética
Se observa claramente que la aceptación del aborto sólo se da mayoritariamente cuando entran situaciones especiales. De hecho, la conformidad con el aborto bajo cualquier circunstancia recibe un 20% de aprobación (Encuesta Cooperativa, Imaginacción, Universidad Central, 20 enero 2015 y Encuesta CEP, julio 2014).
Esto significa que el debate nacional, estrictamente hablando, no se da sobre el aborto en sí, sino sobre la presencia de algunas situaciones determinadas y específicas que lo permitirían legalmente o su despenalización. Esta aclaración es de especial relevancia para enfocar correctamente el debate nacional.
La interrogante que gira en la sociedad es: ¿Hay circunstancias determinadas que justificarían un aborto? Esta pregunta, a su vez, puede indicar que en principio existe una postura contra el aborto, ya que sólo se considera la posibilidad en algunas situaciones determinadas. Por consiguiente, si la hipótesis es correcta, la reflexión y el debate no se dan entre abortistas y anti-abortistas, que suele degenerar en un diálogo entre sordos debido a la polarización consecuente y, en este caso, bastante irrelevante ya no responde a la pregunta planteada.
Otro matiz importante que, además, tiende a confirmar el punto anterior, es que el acuerdo con la despenalización del aborto en algunos casos específicos no significa necesariamente el estar de acuerdo con la legalización del aborto (aceptación legal), sino la de no sancionarlo debido a algunos motivos serios que sirvan de atenuantes (no castigar legalmente).
Las encuestas ayudan a comprender el contexto en el cual se da el debate nacional, es decir, la cultura y la percepción ciudadana en medio del cual se discute el tema. El texto de cualquier tema sólo se entiende plenamente a partir del contexto que lo ilumina y lo hace comprensible. No se trata de reducir la ética a las estadísticas, identificando ingenuamente la mayoría (cantidad) con lo correcto (calidad), confundiendo dos planos distintos, sino de proporcionar el ambiente dentro del cual se plantea la pregunta ética y de ir precisando la pregunta a la cual hay que dar una respuesta ética correspondiente.
El gran vacío de las encuestas es cuando no se pregunta por las razones, porque se conoce la conclusión sin saber cómo se ha llegado a ella. Esta laguna no ayuda en el debate nacional porque se tiende a polarizar en torno a conclusiones auto-excluyentes. Más bien, un serio y relevante debate público se genera en torno a los argumentos que justifican una postura. El por qué antecede racionalmente al qué y su consideración permite evaluar la solidez ética de la conclusión; además, se concentra la reflexión en torno al núcleo ético más importante ya que se accede al horizonte de los valores fundantes de cualquier postura.
Otra limitación, desde una perspectiva ética, es que se presume que el encuestado sabe de lo que se está debatiendo. Pero no siempre es así. En una encuesta que se realizó en el año 2001 a nivel de la Región Metropolitana, se constató que el desconocimiento sobre la píldora del día después fue significativo: el 25% no sabía que la píldora del día después es tomada sólo por la mujer; el 30% no sabía que se toma después de una relación sexual; y el 42% supuso que es un anticonceptivo de uso habitual.(Cf. Informe Ethos No 17, Juicio ciudadano: píldora del día después y ley de divorcio.)
En un tema donde se habla de “inviabilidad fetal”, ¿se puede suponer que la persona encuestada entienda bien el término? Y, si no sabe que significa, ¿qué validez tiene su respuesta?