«Primera Dama» es un cargo que a Irina Karamanos no le gusta cargar. «Es un rol», acota, «no está normado ni inscrito». Se rehúsa a ocupar un lugar en el aparato público por el simple hecho de ser la pareja del presidente Gabriel Boric. Además, dice, no se trata de cualquier lugar: se trata de un espacio privilegiado de poder que no puede ocupar alguien que no se elija democráticamente.
Hasta su llegada, el principal rol que tenía la Primera Dama era la de presidir las fundaciones Promedu, Integra, Chilenter, Artesanías de Chile, Orquestas Juveniles e Infantiles y Tiempos Nuevos. «En su momento las fundaciones ofrecieron soluciones rápidas a problemas políticos profundos», dice Irina. Pero ese rol, con el tiempo, se fue desvaneciendo para dar paso a lo que terminó siendo en los últimos años: una especie de título de nobleza, donde lo principal era la parafernalia en torno a «la mujer del presidente».
«Yo, cuando asumí, quería ser como un gásfiter. Arreglar el problema e irme cuando estuviera listo el trabajo, sin que nadie me viera», confiesa. Algo de eso avanza hoy en su proyecto por reformular el rol, que mutó a Coordinadora Sociocultural de La Moneda.
Curioso, porque los cambios institucionales no los hace quien es autoridad, sino que se establecen para el que viene después. Ella, en cambio, se ha cuestionado cómo habitar el poder desde el día del triunfo que ubicó a Gabriel Boric por sobre José Antonio Kast para presidir el país: «Tengo mucho respeto por la institucionalidad política porque es la manera de cambiar las cosas, pero no hay que enamorarse del Estado ni del aparato de gobierno», señala.
De izquierda a derecha: Felipe Bravo, vicerrector de Administración y Finanzas; Eduardo Abarzúa, vicerrector Académico; Irina Karamanos, Coordinadora Sociocultural de La Moneda; Paulette Landon, decana Facultad de Ciencias Sociales; Marisol Latorre, decana de Educación; Misleya Vergara, secretaria general UAH; Eduardo Molina, decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades; y Paula Barros, vicerrectora de Investigación y Postgrado.
«Tengo el anhelo de no personalizar y profesionalizar el rol. Y en ese sentido incomodar es necesario. Hacerlo desde adentro es necesario. Hay que darle un giro feminista a este lugar conservador. No es posible, por nuestra parte, continuar con el estereotipo de género que nos interesa erradicar, de la mujer que cuida de los hijos e invisibilizada en sus capacidades».
Su visita a nuestras dependencias se dio gracias a la gestión de la unidad de Postgrados y Educación Continua de la Facultad de Ciencias Sociales y contó con la participación de la decana de la Facso Paulette Landon. Federica Sánchez, del Departamento de Política y Gobierno y directora del diplomado de Política y Género, moderó la conversación, a la que asistió un grupo acotado de académicos, y que giró en torno a la nueva configuración de la figura de la «Primera Dama» en la institucionalidad chilena.