Fuente: Ciperchile.cl
La pandemia pone en riesgo de caer bajo la línea de la pobreza y la indigencia a millones de personas en la región. Es cierto que el virus no discrimina en su capacidad de contagio, pero sus impactos sociales no afectan a todos y todas por igual. El Covid-19 tiene rostro de desigualdad.
Ante la crisis, los Estados enfrentan el desafío sanitario, pero también social, de proteger a las poblaciones más vulnerables. En Chile la principal herramienta para focalizar los recursos y las medidas de protección es el Registro Social de Hogares (RSH). Sin embargo, es tal la magnitud de los impactos, que este mecanismo se torna insuficiente, dejando en desprotección a diversas poblaciones en riesgo, entre ellas aquellos sectores más vulnerables de la población migrante.
Frente a una pandemia que parece haber llegado para quedarse por un buen tiempo, las preguntas centrales deberían girar sobre la sostenibilidad social frente a la crisis, entendida como la capacidad de las sociedades y de los sistemas de protección de proveer y sustentar en el tiempo el bienestar de toda la población. En esta línea, los impactos sanitarios y sociales de la pandemia pueden ser una bola de nieve si el bienestar y la protección que se provee son momentáneos, pero también si son exclusivos para algunos.
Aun cuando el INE estimó en diciembre del 2019 que 7,8% la población en el territorio chileno era migrante, el RSH en mayo registraba apenas 398.253 personas extranjeras, representando solo 2,9% del total de personas inscritas. Sin duda, no toda la población migrante se encuentra en situación de vulnerabilidad y, en efecto, 60% se encuentra especìficamente en el tramo de mayor vulnerabilidad según este registro. Lo preocupantes es que la población migrante estaría subrepresentada en este registro, pues las personas migrantes también están expuestas a desempleo, hambre, enfermedad, endeudamiento, e incluso situación de calle. Muchas de ella están enfrentando la crisis –excluidas del RSH– sin ningún tipo de protección social, lo que se torna aún más adverso si no se cuentan con otras redes de apoyo, familiares o comunitarias a su alcance.
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