Con la presencia del escritor Pablo Torche (1974) se realizó la tercera jornada del ciclo “Una página, un autor”, organizado por el Departamento de Literatura.
Autor de los libros de cuentos Superhéroes (2001) y En compañía de actores (2004), y de la novela Acqua alta (2009), el autor abrió la jornada leyendo una página de ésta última. La novela se destaca por la utilización de variados registros estilísticos para referir el mismo encuentro amoroso entre los dos protagonistas. La recepción crítica la ha comparado, en su afán experimental, con los famosos Ejercicios de Estilo del francés Raymond Queneau.
Tras la lectura se dio paso a un diálogo centrado en su visión de la literatura actual y en la discusión sobre las posibilidades del papel político de la novela, en tensión con su calidad de elaboración artística, y considerando las delicadas problemáticas que se desprenden de este debate. También se refirió al tema de la verdad y la trascendencia en la obra literaria, y de su propia filiación con la tradición del modernismo anglosajón (Joyce, Eliot, Beckett, etc.). En contrapunto, criticó la novelística meramente referencial o periodística donde la palabra pierde protagonismo, en la línea norteamericana de Philip Roth, a quien Torche mencionó. Igualmente en el terreno de las influencias, el autor habló de la escritora Jean Austen como representante de una obra literaria de gran calidad aunque “políticamente incorrecta”, o incómoda para las lecturas académicas que buscan en ella una correspondencia con ciertos programas políticos.
Entre las preguntas de los asistentes a la conversación surgió el tema de la manera en que en sus libros, Pablo Torche representa a una determinada clase social más bien acomodada y acerca del tono amargo con que intentaría la búsqueda de esa certeza que se encuentra más allá de los hechos constatables. Del mismo modo, se consultó su punto de vista sobre el significado de la revisitación de los estilos de múltiples escritores que realiza en su reciente novela Acqua alta.
Por último, el diálogo se cerró con una reflexión por parte del escritor en torno al tema de género y el amor cortés, mencionando la obra de Dante como el punto más alto de la visión espiritual del amor. Elocuente al respecto fue su cita del Libro del buen amor: “Como dice Aristóteles –y es cosa verdadera–, / el hombre por dos cosas trabaja: la primera, / por tener mantenencia, y la otra cosa era / por poderse juntar con hembra placentera”.