Fuente: CIPER
Conmemorar el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer se constituye en un reconocimiento de las luchas históricas de mujeres valientes que dieron su vida por la justicia, el respeto y los derechos humanos. Actualmente, atravesamos crisis extremas: guerras, genocidios, ecocidios y femicidios se han desatado a vista de una humanidad consternada. Habitamos sociedades donde se ha transnacionalizado el narcotráfico, el sicariato, el vandalismo, la usurpación de territorios, el robo de suelos para usufructos de las inmobiliarias utilizando la quema de bosques, los exilios forzados de millones de personas intentando encontrar seguridad, entre otras situaciones de vulnerabilidad. Las estructuras no han respondido eficientemente a lo que necesitamos. Pareciera ser que la administración actual de los Estados y la manera hasta ahora desarrollada de gestionar la institucionalidad no es suficiente para abordar la compleja realidad a la que nos enfrentamos.
Así, hoy se hace necesario hacer un análisis de las luchas históricas de mujeres que dieron sus vidas para conseguir mejores condiciones sociales, culturales y de posicionamiento de aquellas otredades bajo leyes y estructuras patriarcales que han abandonado sus obligaciones como garantes de los derechos, invisibilizando, sistemáticamente, dichas realidades. En ese escenario, la presencia de las luchas feministas ha sido un motor de cambio de las transformaciones sociales, al visibilizar las subalternidades, discriminaciones y vulneraciones de derechos presentes. Los feminismos y sus demandas han irradiado en nuestras vidas y en nuestros territorios. Actuamos feministas, sin saberlo teóricamente: lo reconocemos y vivenciamos. La escucha y el acompañamiento sororo nos permite tejer redes, enlazar vínculos y nos hermana, independientemente de los territorios que habitemos, puesto que sentimos profundamente que desde el empuje y la fuerza inteligente, propositiva, rupturista y con códigos que nos diferencian, seguiremos desmontando esos mandatos que siguen impregnados en la sociedad.
Experienciar esta forma de vivir es un descubrimiento, puesto que requiere romper con las ataduras machistas que aún siguen instaladas en las instituciones patriarcales…