Fuente: Le Monde Diplomatique
Alejandro Castro Harrison, académico Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales.
En Chile, en los últimos cuarenta años hemos avanzado sustantivamente en temas de salud mental. Desde la vuelta a la democracia se han ido incorporando políticas gubernamentales de manera paulatina en esta materia, y con los esfuerzos, especialmente de los gobiernos de la centro-izquierda, ha tomado una connotación importante lo comunitario como un modo de entender este fenómeno. En la actualidad y posterior a lo expresado el 18 de octubre por la sociedad que buscaba romper con las injusticias sociales, la cuestión de la salud mental emerge nuevamente como un tema país. No obstante todo lo anterior, ¿de qué estamos hablando cuando nos referimos a la salud mental? ¿son las enfermedades psiquiátricas o las consecuencias de las injusticias sociales? Me temo que tiene que ver con las dos cosas.
No hay que esconder que el presidente de la república chileno tiene un diagnóstico psiquiátrico, específicamente un trastorno obsesivo compulsivo, y no daré cátedra de qué es y cómo funciona, solo sabemos que es un trastorno psiquiátrico que actualmente tiene muy buen tratamiento. Gabriel Boric ha asumido el gobierno de Chile en un ambiente muy convulsionado, con una pandemia abordada desde el control social por el presidente anterior, y con la fuerte división que provocó el proceso constituyente frente al nuevo texto que el 4 de septiembre fue rechazado. Podríamos decir que se deben tener ´nervios de acero´ -como dice el ´dicho´- para gobernar en la avalancha de críticas, divisiones, fakes news, entre otras cosas. No obstante, lo que más llama la atención en esta última semana son los dichos por algunos profesionales de la escrituras y opinión -gente culta- que se da el tiempo de escribir -tal como lo hago hoy- sobre la salud mental. Un señor, analista político aduce que el presidente de la república tendría problemas para desempeñar el cargo a propósito de su problema de salud mental y que el peso de la ´jefatura´ de gobierno es excesivo a propósito de su trastorno obsesivo compulsivo. Los ´episodios´ como este analista político serio y bien informado indica son: manifestar en mover un cuadro de honor, las vueltas ´extrañas´ antes de recibir el mando, y dar vuelta al altar en Te Deum pasado. ¿Qué fue todo esto? -nos preguntamos-, y llegamos al mismo lugar: su enfermedad mental.
Desde que se inicia la Estrategia de Salud Mental en los años noventa, pasando por los dos planes nacionales de salud mental del 2000 y 2017, y la ley 21.331 creada a puertas cerradas en el congreso nacional sobre el tema de la salud mental en nuestro país, ninguna autoridad ha tenido la capacidad técnica y política de generar una campaña masiva contra el estigma con personas que tienen problemas de salud mental, a pesar de los cientos de estudios que se han levantado en Chile y el mundo y la implicancia negativa que tiene en las personas…
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