Recientemente el Consejo Nacional de Educación (CNED) rechazó tres asignaturas para el Plan Común de III y IV Medio. Con respecto a dos de esas asignaturas, Filosofía y Ciencias Naturales, el Acuerdo CNED No025/2018 dice que “no existe acuerdo entre los consejeros acerca de la pertinencia de que formen parte de la Formación General Común para todos los estudiantes de III y IV Medio” (p.3). Desde la publicación de este documento, se han presentado nuevamente muchas buenas razones en los medios públicos acerca de la importancia de la filosofía en la formación de los jóvenes: por ejemplo, que fomenta el florecimiento del espíritu humano y la formación ciudadana. Sin embargo, dudo que los consejeros hayan procedido negligentemente y no conozcan los argumentos relevantes (muchos de los cuales giran en los medios desde aquella infame fuga de información del Mineduc a mediados de 2016). Entonces deberíamos preguntarnos, ya que lamentablemente desconocemos los detalles de la falta de acuerdo, qué razones podrían tener algunos de los consejeros para no considerar a Filosofía como un ramo de la Formación General Común.
Es posible que, por lo menos, una de las dudas que los consejeros tengan en relación a la filosofía surja del actual rol marginal que tiene la filosofía académica en la sociedad. Al identificar la filosofía con la filosofía académica, uno podría pensar que la filosofía se ha vuelto culturalmente irrelevante. De hecho, la profesionalización de la filosofía, que comenzó en Alemania en el siglo XIX, ha abierto una gran distancia entre la filosofía y su contexto social. Ya para comienzos del siglo XX la gran mayoría de los filósofos fueron puestos en Departamentos de Filosofía (aunque la institución universitaria surgió siglos antes, muchos de los grandes filósofos que la mayoría de los estudiantes leen hoy en día no residieron en ellas: Descartes, Spinoza, Locke, Leibniz, Hume y Mill, para mencionar algunos). Desde entonces, los filósofos habitan oficinas individuales, salas y bibliotecas universitarias, y se reúnen ocasionalmente para funciones departamentales. También, en su gran mayoría, comenzaron a escribir exclusivamente para otros filósofos, que juzgan sus escritos, y sus conferencias comenzaron a ser cada vez más técnicas y para una audiencia cada vez más reducida. El Doctorado, de hecho, es hoy en día una credencial necesaria para pertenecer al Departamento y los méritos de sus miembros se miden por medio de métricas bibliográficas, como cuentas de citaciones y artículos indexados en revistas especializadas…
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