Beatriz Sánchez pide explicaciones por los resultados de las encuestas realizadas antes de las elecciones.
El verdadero problema no son los resultados engañosos que pueden arrojar.
Es razonable pensar que Beatriz Sánchez recibió menos votos que Alejandro Guillier debido a que estas encuestas pueden influir en el electorado de una manera irracional, pero ningún candidato puede aceptar pasara una segunda vuelta porla decisión irracional de algunos electores.
En algunas circunstancias, la falta de independencia de los electores en la toma de decisiones, dada la posibilidad de cascadas informativas, puede socavar la racionalidad de las decisiones. Estas cascadas pueden ocurrir cuando la gente expresa su opinión.
Si esas opiniones muestran un patrón claro, la información inferida de éste puede ser considerada como superior a la información contraria que los individuos puedan poseer.
Entonces uno seguiría la opinión de la multitud y no su propia evidencia. Estas cascadas son ubicuas.
Si una mañana despejada veo que muchas personas llevan paraguas yo también lo haré, aunque muchas de ellas también lo hagan porque vieron a otros hacerlo. Dado que las encuestas pueden ser interpretadas por los electores como indicadoras de que los candidatos que tienen más chances de ganar son los mejores, si suficientes electores siguen a la multitud las elecciones podrían ser una guía menos confiable hacia la mejor alternativa.
Lo anterior sugiere que el problema con las encuestas es su uso y no la falta de exactitud en sus resultados. Si queremos una democracia con un electorado lo más racional posible, los medios de comunicación deberían concentrarse más en identificar y considerar las políticas propuestas por los candidatos y menos en quién está ganando.
Esa es la queja que Sánchez debería haber expresado.
Leandro De Brasi,
Director del Magíster en Filosofía UAH.
Ver Carta al Director, publicada en La Tercera