Fuente: La Tercera.com
Javiera Navarro, académica Facultad de Psicología
En Chile hay alrededor de 5000 niños concebidos gracias a donantes anónimos. La mayoría, parte de familias lideradas por una pareja heterosexual que por lo general se rehúsa a revelar a su hijo o hija su carga genética. La psicóloga e investigadora de la Universidad Alberto Hurtado, Javiera Navarro, está trabajando en la normalización de la verdad y de su importancia en la identidad de las personas.
En las últimas décadas, la medicina genética ha tenido importantes avances. Ha sido gracias a su implementación que personas con problemas de fertilidad o que eligen no emparejarse han podido concebir y convertirse en padres o madres. Es que gracias a la donación anónima, una persona puede entregar su material genético por generosidad o a cambio de una retribución económica sin que los receptores de sus gametos puedan identificarlo, satisfaciendo los intereses de dos de los actores en la ecuación: el donante y quien recibe la donación. Sin embargo, históricamente ha quedado de lado el interés de un tercero, el hijo o hija que será concebido y que al momento del intercambio aún no existía.
La psicóloga e investigadora de la Universidad Alberto Hurtado, Javiera Navarro, es madre soltera por elección tras recibir la donación anónima de una persona de Estados Unidos. Las familias dono concebidas y el cómo se comunica su historia a los hijos e hijas es parte de la investigación que está llevando actualmente. “Históricamente ha existido una tendencia o una política del secreto en todo el tema de los tratamientos de reproducción asistida que se ha manejado desde la medicina con mucha confidencialidad ya que todos los pacientes tienen derecho a que su información sea manejada de esa forma, pero no se pensó que existía el interés de un tercero que quizás sí va a querer saber de qué forma fue concebido o tener mayor información sobre su material genético”, explica.
Ver noticia completa