Fuente: Elmostrador.cl
Algunos economistas –defendiendo el modelo neoliberal– nos cuentan una verdadera película de terror, ante la sola idea de aumentar impuestos. La película de terror consiste en sostener que un aumento de impuestos desincentiva el crecimiento económico, porque provocaría que los más ricos huyan con sus fortunas a los paraísos fiscales, quedando las buenas intenciones de financiar el gasto social en nada. Peor aún, la economía se estancará y acabaremos siendo todos más pobres, sin mencionar la inestabilidad política que se generará por querer expropiar ganancias obtenidas justamente. Claro, a su entender, el pago de impuestos sería una especie de expropiación.
En definitiva, nos dicen que se debe renunciar a esta estrategia y dejar que el propio crecimiento económico solucione las inequidades sociales a través de un proceso llamado “chorreo”, que suena a todas luces a una situación de completa resignación y desesperanza: que los beneficios de los más ricos se transformen con el tiempo en más consumo e inversión, y que esos gastos promuevan el empleo y salarios más altos –y también los ingresos tributarios aumentarán porque habrá más ingresos imponibles–. En otras palabras, espérate sentado que tu turno ya llegará.
A estas alturas, debiera estar claro que esta promesa o propuesta de solución a inequidades sociales, simplemente no ha funcionado. Claro, está centrada en ganancias de los más ricos, no en solidarizar con los más pobres, con las personas que no pueden trabajar, que están enfermas, y mucho menos con quienes están jubilados. Ese es un desastre aparte.
Sin embargo, analicemos de todos modos los detalles de la película del terror. El efecto sobre el crecimiento es debatible.
Primero, las economías más desarrolladas cobran por lejos más impuestos que en Chile. Se puede argumentar que, según la teoría del chorreo, esos países cobraron bajos impuestos en una etapa temprana de su crecimiento, y que luego –en la medida que las economías se desarrollaron– los estados pudieron cobrar más impuestos, e incluso bajarlos. Un caso contradictorio con este argumento es la propia experiencia de los Estados Unidos, campeón del capitalismo. En efecto, el impuesto a los ingresos más altos en este país llegó a niveles tan altos como ¡el 80%!, entre 1950 y 1970. El promotor de esta política fue sin duda su presidente más exitoso de los últimos cien años, Franklin Delano Roosevelt, quien logró vencer en la Segunda Guerra Mundial, venció a la Gran Depresión y fue el padre del milagro económico americano del siglo XX. El argumento de Roosevelt fue incontestable: los impuestos son el precio que se debe pagar para tener una sociedad civilizada…
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