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«(La cancelación de Patricio Fernández) nos permite constatar que, si bien la mayoría de los chilenos(as) condena las violaciones a los DD. HH., no pocos justifican el Golpe considerándolo como inevitable», Eduardo Silva SJ, Rector UAH.
Fuente: El Mercurio
Señor Director:
La cancelación de Patricio Fernández manifiesta intolerancia y oportunismo al acusarlo de decir lo que no dijo. Sin embargo, nos permite profundizar en tres cuestiones clave: nos advierte que es importante separar la libertad de expresión para debatir y explicar los hechos de la obligación ética que se nos impone cuando tenemos que enjuiciarlos; nos invita a pensar si es posible distinguir entre el quiebre de la democracia y las violaciones de los DD.HH., y nos permite constatar que si bien la mayoría los chilenos condena las violaciones a los DD.HH., no pocos justifican el Golpe considerándolo como inevitable.
Las palabras de los obispos chilenos en julio de 1973 son particularmente lúcidas para comprender por qué es necesario que también respecto del Golpe digamos “nunca más”: “Hablamos en una hora dramática para Chile… para evitar una lucha armada. Nos mueve… tratar de impedir que se pisotee la sangre de Cristo en una guerra fratricida… La peor desgracia que puede ocurrir a un país… es una guerra civil. Tenemos que hacer todo lo posible para evitarlo”.
Así como el testimonio de los obispos, y muchos otros defensores de los DD.HH., han permitido el consenso de que hubo violaciones y que ellas son las palabras de esos mismos obispos clamando por que no ocurriera la tragedia que veían venir —pero que consideraban evitable mediante el diálogo— nos pueden ayudar a compartir una mirada ética respecto de los costos que tiene no cuidar la democracia.
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