Fuente: Emol.com
Académica Carolina Stefoni, doctora en Sociología.
La fuerte discusión en torno a cuál es el mejor sistema de pensiones que debe tener Chile puso de nuevo sobre la mesa un fenómeno que aún la sociedad no dimensiona en su plenitud: el envejecimiento de la población, una de las tasas más altas de Latinoamérica.
Hay ejemplos claros. Entre 1950 y 2000 la población creció 153,2% y se espera que en los próximos 50 años aumente en 31,2%, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas. El mismo organismo estimó que para 2020 la cantidad de adultos mayores y los niños menores de 15 años estará en niveles similares, con 17,3% y 19,7% de la población, respectivamente.
Otro dato. En la próxima década se acabaría el conocido “bono demográfico”, que se da cuando la población en edad productiva (entre 15 y 65 años) es mayor a la población dependiente (niños y ancianos).
Si en el futuro la sociedad tendrá más ancianos que jóvenes, ¿quién trabajará para sustentar el desarrollo económico y la producción del país?
Fomento a la migración
“La migración internacional es parte esencial del motor económico de muchos países desarrollados y envejecidos, tanto así que el Banco Mundial el 2014 estimó que más de US$414 mil millones anuales en remesas eran generados a nivel mundial como consecuencia de ésta”, explicó Báltica Cabieses, académica de la Universidad del Desarrollo.
La experta en inmigración afirmó que “en la actualidad, la mayoría de las políticas migratorias se conducen en un marco de país envejecido, que anhela recibir a jóvenes sanos y con formación superior calificada”, especialmente “de países de bajos o medianos ingresos a países de altos ingresos, lo que se conoce como ‘brain drain´ (fuga de cerebros)”. En Chile, destaca Cabieses, un tercio de la población inmigrante tiene formación universitaria o técnica, según la Casen 2013.
Sin embargo, afirma la socióloga Carolina Stefoni, Chile tiene problemas para reconocer el nivel de calificación de los extranjeros que trabajan el país, debido a lo “costoso de convalidar títulos, y a un factor cultural de no darle la misma categoría a los estudios de otros países latinoamericanos”.
“El migrante viene con una serie de recursos que los países tienen que saber utilizar bien, porque lo recibe como un beneficio al no haber hecho un gasto en la formación de esas personas”, enfatizó la académica del diplomado en Migración de la Universidad Alberto Hurtado, puntualizando que “en los países desarrollados la inmigración no es que sea una opción: es un requisito fundamental para hacer frente al envejecimiento”.
Ver artículo completo en Emol