Sr. Director,
Retomar las clases y hacerlo con la seguridad sanitaria necesaria, está en la expectativa de apoderadas y apoderados, de docentes, y de la ciudadanía en general. Estar en la escuela, es participar de un lugar de aprendizaje, y también, una alternativa de formar parte de un espacio que opera como ecualizador social, a pesar de todas las deficiencias e injustas desigualdades del sistema escolar. Es en el espacio escolar donde niñas, niños, y jóvenes reciben esperablemente un trato igual, inclusivo, con acceso a apoyo socioemocional, a materiales básicos, a docentes preparados, a apoyo alimentario cuando se necesita, y a muchos otros bienes simbólicos y materiales de los que hasta ahora no éramos del todo conscientes.
Ahora bien, volver a la escuela, es una expectativa que para muchos simplemente no existe. Se trata de un grupo para el cual estar en ese espacio dejó de ser una posibilidad hace mucho tiempo. Se trata de los más de 180,000 niños, niñas, y jóvenes que están fuera del sistema escolar en Chile, y que seguramente para el fin de la emergencia seguirán sin volver a clases. Ellas y ellos no tienen la esperanza, pues como sociedad se las hemos sostenidamente negado.
En momentos en que como humanidad compartimos la experiencia de estar en una misma barca atravesando un escenario incierto, es de esperar que estos niños, niñas, y jóvenes, nos hagan estar especialmente atentos a la emergencia permanente que su realidad implica. No vaya a ser que nuestra normalidad al volver a clases nos haga una vez más olvidarlos.
Cristóbal Madero s.j.
Facultad de Educación Universidad Alberto Hurtado
Liliana Cortés
Directora Ejecutiva Fundación Súmate
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