Las dos principales universidades chilenas, la Católica de Chile y la de Chile, tienen numerosos patrimonios arquitectónicos que son aportes a la capital, tal como la Santa María, la de Concepción y la Austral de Valdivia en las suyas. Con la creación de las privadas, algunas asumieron esa tradición, como la Diego Portales y la Finis Terrae, con reciclaje de mansiones o edificios contemporáneos.
En Santiago Poniente ha sido la Universidad Alberto Hurtado la que en estos días se vio agredida en sus instalaciones. ¿Cómo entender ese vandalismo, por parte de sus propios estudiantes? Son 18 las propiedades patrimoniales intervenidas por ella en el centro histórico, y uno pensaría que los alumnos valoran el aura de ese contingente que se transfiere, incluso, a sus propios diplomas.
La universidad tiene su núcleo en la manzana que va de la Alameda a Erasmo Escala, entre Cienfuegos y Almirante Barroso, donde los jesuitas -la orden fundadora- tenía casas desde los años 50. Son trozos de la historia del país, como el Palacio Letelier, la gran casa de Javier Díaz Lira -el abogado de los mineros-, o la neogótica de Ismael Edwards Matte en Cienfuegos 41, célebre como sede del Club Social y Deportivo Colo Colo hace unos años. También se hacían casas menores para hijos o parientes necesitados, lo que permitió a la universidad un uso más intensivo de esos inmuebles.
En los años 60 es cuando se transforma el sector en influyente epicentro jesuita con la revista Mensaje, el Instituto de Humanismo Cristiano, el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación, que fue clave en la reforma educacional de 1965 (el CIDE), y el Ilades, de estudios sociales. Después se había despoblado el sector, decayendo las construcciones, en casos con subarriendos abusivos, hasta con historias de fantasmas por el escaso alumbrado nocturno…. Ver artículo completo