María Teresa Rojas, directora del Doctorado en Educación UAH-UDP
La investigación, que contó con el patrocinio del Ministerio de Educación y de UNESCO, fue realizada por un equipo de investigadores liderado por María Teresa Rojas, académica de la Facultad de Educación y directora del Doctorado en Educación, junto a Carolina Stefoni, María Beatriz Fernández, Pablo Salinas, María José Valdebenito y Pablo Astudillo.
María Teresa Rojas explica las principales conclusiones del estudio que además de conocer y analizar las experiencias de la población LGBTI en el sistema escolar, busca fomentar políticas educativas inclusivas. “Lo primero que quedó en evidencia es que este tema está movilizado. No es un tema nuevo, los directores saben perfectamente que hoy las identidades de género son mucho más públicas, no es que antes no existieran, pero se ha corrido el cerco para poder expresarlas. Hay una generación de niños, niñas y jóvenes que tienen mucha más conciencia que los adultos para estos temas. Saben reconocer mejor las múltiples identidades de género que hoy expresan las personas”.
Otro de los puntos a destacar es la relevancia del rol del director o directora del establecimiento. “En el caso de las escuelas con niños trans, vimos que hay un director que tiene una mentalidad abierta y entiende que educar es proteger a los niños bajo cualquier circunstancia. Sienten que tienen que generar las condiciones para que las escuelas sean un espacio de bienestar, de acogida y de cuidado para lo que los niños puedan expresarse libremente”. También nos dimos cuenta que es clave la participación de los estudiantes. En aquellas escuelas donde había niños trans que son tratados según su identidad social, en general tienen un centro de estudiantes potente o un movimiento o colectivo de estudiantes muy movilizado. La participación estudiantil abre espacios a que las identidades de género puedan ser tratadas con respeto”.
El estudio reveló además que el contexto socioeconómico de los centros educacionales condiciona la manera en que los miembros de la comunidad percibe a la población LGBTI. “A mayor nivel socioeconómico y más centralidad de la escuela tiene más información, más redes, más acceso a saber a quién pedir apoyo. En sectores vulnerables o extremos regionalmente te encuentras con sociedades escolares solas, que no saben a quién preguntar, que no tienen redes, y que movilizan mucho más prejuicios. La información y la educación son centrales”, explicó la investigadora.
A pesar de los esfuerzos por hacer de la inclusión una realidad en nuestro sistema escolar aún quedan muchas barreras por superar. “Hay una serie de agresiones, que nosotros en el estudio llamamos ‘microagresiones’ que siguen sucediendo en el Chile de hoy. Tiene que ver con la burla, con el humor, con la forma peyorativa de relacionarse. Se ha corrido el cerco, hay más apertura, pero no obstante siguen operando muchos prejuicios, muchas microagresiones y esto se extrema cuando la escuela está lejos de la Región Metropolitana y tiene un nivel socioeconómico más bajo”.
Ver estudio completo