El conversatorio Políticas de Investigación Científica y Crisis Social: ¿Hora de cambiar el modelo? organizado por el Doctorado en Educación UDP-UAH de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado, reunió a académicos de la Universidad Autónoma de Chile, de la Universidad Andrés Bello, de la Pontificia Universidad Católica y a representantes de la Iniciativa Científica Milenio para analizar cómo se está trabajando y desde ahí pensar una lógica de hacer investigación que mejore los procesos e impacte en el desarrollo del país.
Paula Barros, Vicerrectora de Investigación y Postgrado de la Universidad Alberto Hurtado hizo un resumen histórico positivo del salto que ha significado en Chile la cantidad de programas de doctorados en los últimos 40 años: “En los ‘80 habían 150 programas, hoy son 250 y si antes eran 90 estudiantes, hoy son 5500. Las ciencias sociales no han estado exentas de ese desarrollo, sin embargo, ha tenido efectos negativos: “tensiones en las evaluaciones, inequidad de género, precarización de los estudiantes de investigación, una desconexión con la ciudadanía, poca diversidad de temas, mercantilización de la investigación, estrés y poco acompañamiento de la trayectoria”, sostuvo. En definitiva, la ciencia también se ve resentida por un modelo de sociedad que pone en el centro el mercado y según Barros, “la conexión con la ciudadanía y la transferencia de lo que estamos haciendo es el desafío que se nos presenta hoy”, concluyó.
En la misma lógica, el investigador Juan Manuel Garrido también de la UAH, destacó que uno de los vicios del sistema actual es valorar más el final y no el recorrido que enfrentan los equipos: “Cuando hacemos producción de conocimiento en Chile nos enfocamos mucho en los resultados y desatendemos lo que ocurre en el proceso y pasan muchas cosas relevantes”, señaló.
Juan Felipe Espinoza investigador de la Universidad Andrés Bello, apuntó en esta línea al Estado y en cómo valora este quehacer: “La política pública tiene que pensar en el científico como un ente más complejo, no sólo como alguien que produce resultados”, dijo.
Otro de los puntos débiles que se discutió es el conservadurismo que se deriva de la instrumentalización y regulación neoliberal donde la selección de los profesionales es entre los mismos de la profesión o entre los que se le son muy cercanos, de manera que no se permite la entrada de personas ajenas al mismo. “Vivimos en un país donde la endogamia está bastante presente en la movilidad académica”, sostuvo Ana Luisa Muñoz, investigadora de la P. Universidad Católica.
En tanto, Tomás Undurraga, investigador de la UAH identificó otra tensión que se da en muchas instituciones que es cómo se resguarda el espacio de la investigación, lo que significa dar las condiciones, cuidar los tiempos, entregar los espacios físicos y materiales y promover los espacios de discusión: “La conversación de un departamento es una infraestructura que requiere trabajo, y la tensión a propósito de productivismo y de las exigencias permanentes por entregar docencia y tener roles de gestión, muchas veces sacrifican estos espacios. Si me preguntas qué me parece difícil en el modelo actual, es encontrar tiempo para investigar, para pensar, para leer y eso tiene que ver para mí con cuidar la investigación”, comentó.
Otro tema que destacó este conversatorio fueron las publicaciones científicas. Para Astudillo, muchas veces los investigadores tienen una muy buena historia que contar, pero se terminan publicando sólo fragmentos porque no hay tiempo para estar en las buenas revistas. “Eso hay que cambiarlo, tenemos que trabajar por tener más y mejores espacios de difusión”, sostuvo.
Para el Doctor en Sociología de la UAH, Claudio Ramos, la investigación científica tiene un montón de complejidades no solamente en la producción interna de conocimiento sino en la conexión con la sociedad y las formas del uso del conocimiento científico: “La discusión del paperismo es la tensión entre los problemas locales y un auditorio internacional que son demandas diferentes”, concluyó.
Soledad González del Programa Iniciativa Científica Milenio, sostuvo a modo personal, que todos estos conflictos los vive como propios porque le tocan en su vida cotidiana y por su trabajo en la nueva institucionalidad de la ciencia en nuestro país. González, coincide en que la ciencia debe estar más conectada con la gente: “Nuestro escenario sociopolítico actual es una crisis social importante y hay una oportunidad muy clara de aportar a ese debate y a la política pública”, sostuvo.
Pablo Astudillo académico e investigador de la Universidad Autónoma de Chile, fue muy crítico en declarar que en Chile no ha habido política de la ciencia: “La ciencia es un reflejo de la política y Chile no ha tenido nunca una política científica, debemos tratar de construir una, pero ¿qué vamos a construir? Debemos pensar qué queremos, qué entendemos como desarrollo y empezar a exigir a los políticos un mayor esfuerzo”, sostuvo.