En la Universidad Alberto Hurtado el Premio Periodismo de Excelencia es una gala donde los profesionales de la prensa se reconocen y honran el trabajo bien reporteado, ese que marca pauta y que cumple todos los estándares profesionales esperados. Oscares se les dicen, porque el premio tiene todo el glamour de una ceremonia que reconoce lo mejor de un oficio difícil en un país donde existe concentración de medios. Y este año cumple 15 años. ¿Cómo surgió la idea y qué desafío implica para las próximas décadas?
La historia cuenta que en el 2001 lo que se propuso la carrera de periodismo fue hacer una escuela que aspirara a la excelencia. Surgían con fuerza las tecnologías de información y la televisión había girado hacia formatos de entretenimiento. La sensación ambiente era crítica hacia el periodismo, que se había frivolizado. Andrea Vial, la ex directora y creadora del PPE recuerda que el análisis era que había un periodismo malo, pero también había muchas piezas de muy buena calidad en los medios chilenos que nadie las recopilaba y pasaban rápidamente al olvido. En esos años, todo lo que había de bibliografía para los alumnos eran los estupendos reportajes de Gabriel García Márquez, pero no existía ninguna recopilación chilena. “Queríamos publicar un libro con los reportajes, entrevistas, columnas, investigaciones premiados cada año para que llegara a formar parte del currículum de las Escuelas de Periodismo en Chile. Ese era nuestro sueño”, comenta Vial.
Al principio nadie creía posible hacer algo así, porque se trataba de un premio no a un medio ni a la trayectoria de un periodista, sino al trabajo publicado. Las piezas periodísticas tenían que ser elegidas con una independencia absoluta. “Entonces fui a hablar con el padre Montes, que era el rector de la Universidad en esa época y le propuse el proyecto.
-Padre: ¿me da la libertad para hacer este premio?
-Tiene toda la libertad del mundo, pero haga un buen proyecto-dijo el Rector.
Así partió el PPE, con las patas y el buche.
Se revisaron los criterios de selección de premios en Estados Unidos y Europa, se visitaron los medios explicando de qué se trataba, motivando a los profesionales a participar. Para la primera versión se hizo una ceremonia preciosa, casi como una gala. “Queremos honrar el valor que esto tiene, porque una democracia sin un periodismo sólido y saludable no existe”, señaló Andrea Vial en esta primera versión.
Desde el punto de partida han pasado quince años. Hoy es el destacado periodista Juan Cristóbal Peña quien dirige la escuela y el responsable de cuidar la herencia y potenciar este premio. Para él el desafío es seguir trabajando en la internacionalización, de modo que los trabajos destacados tengan difusión en el circuito extranjero. Según Peña, “más que una competencia o un concurso de periodismo, me parece que lo importante de este encuentro es que podamos vernos, reconocernos, compartir, y también, junto a ello, reconocer la calidad periodística, junto con fomentar los trabajos de acuerdo a los principios”.
La convocatoria el año pasado fue de 110 piezas audiovisuales y quedaron 15 seleccionados para competir. El premio se amplió al mundo digital y a los estudiantes de tercero a quinto año de Periodismo de universidades chilenas.
El 2017 la periodista de radio Cooperativa Paula Molina, fue la presentadora de la ceremonia y en esa oportunidad, leyó una carta que envió la Presidenta de la Republica Michelle Bachelet al premio, en la que la mandataria reconoce que “el ejercicio del periodismo tiene una misión social irrenunciable: enriquecer el debate y fortalecer el desarrollo de una sociedad democrática. En ese sentido, las contribuciones que un periodismo serio, profundo, de calidad, investigativo, y comprometido con el fortalecimiento de una institucionalidad puede resultar determinante para el progreso del Chile y sus ciudadanos”.
El periodista de radio Bío Bío Tomás Mosciatti señaló que le encanta que el periodismo en serio, que es el periodismo bien hecho, se premie. “Que los buenos periodistas, aquellos que tienen sensibilidad, que sean capaces de expresar bien lo que reportean, se premie. Me gusta mucho que sea en un ambiente de periodistas, de gente que es especialista, que es capaz de distinguir categorías, jerarquizar, y entender audiencias”.
Uno de los profesionales que más ha ganado en periodismo escrito por sus golpes periodísticos, asertividad, buena pluma, olfato y rigurosidad con las fuentes es el joven Rodrigo Fluxá de revista El Sábado. El 2016 fue finalista con el reportaje de “El retiro de un joven pistolero”, la historia de Enrique Troncoso que un día se enteró de algo difícil de tragar: como a su mamá, como a sus amigos, a él lo iban a matar. La bajada de esta crónica decía así: “Un programa de intervención del Ministerio del Interior gestionó su traslado al sur, donde intenta algo que parece imposible en el sistema penal adolescente en Chile: pasar en un año de ser uno de los líderes de una pandilla de Cerro Navia, autor de asaltos, portonazos, intentos de homicidio y mexicanas, a vivir una vida común y corriente. Pero el camino a la reinserción está lleno de trampas que ni él mismo sabe si podrá superar”. Para el autor de los libros “Solos en la noche: Zamudio y sus asesinos” y “Crónica Roja” premiar al buen periodismo es importante porque en un ambiente cada vez más hostil y de mucha desconfianza a la profesión, es bueno tener un espacio, aunque sea pequeño, de celebrar el trabajo bien hecho: “Es además un buen estímulo para periodistas más jóvenes”. Su trabajo destaca por la rigurosidad, que en tiempos de la posverdad a ratos existe el riesgo de trizarse, pero para Fluxá “sopesar la calidad de la información que recibimos y chequearla, en lo posible, antes de publicar no debería ser una meta o un cuidado especial: es la esencia del oficio, la base sobre la que se empieza a construir el resto, en términos de narrativas y formatos”. El nivel del periodismo nacional, del escrito que es donde se ha desempeñado es “razonable”. “Ni tan malo como algunos quisieran, ni tan bueno como otros ostentan. Es mejor que hace diez años, pese a las crisis que atraviesa la industria. Como todo, hay mucho que mejorar, pero sin atajos: no va a mejorar solo porque nosotros empecemos a decir que el periodismo chileno es bueno”, señala.
Las historias premiadas son tan diversas como el reportaje escrito sobre los negocios de Sebastián Piñera en el mar peruano durante el juicio en La Haya (radio Biobío), un documental sobre los últimos años de Augusto Pinochet (Informe Especial, TVN) y una reconstitución multimedia de los últimos días de vida del cantautor Víctor Jara (24 Horas, TVN). El Premio de Excelencia Audiovisual 2010, destacó el reportaje donde se denunciaban los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima.
El jurado que convoca es ad honorem. Entre ellas destacan Eliana Rozas, Gerente de Comunicaciones y Asuntos Corporativos de Televisión Nacional de Chile; Abraham Santibáñez, profesor de ética periodística en la Universidad Diego Portales y Presidente del Consejo de Ética de los Medios de Comunicación; Andrea Palet, directora del Magíster en Edición de la Universidad Diego Portales; Cristián Leporati, Director de la Escuela de Publicidad UDP y académico de la Escuela de Periodismo UAH; y Patricia Politzer la recién galardonada con el premio Lenka Franulic.
Este 2018 el viernes 26 de enero se cumplió el plazo del cierre de los postulantes. Los reportajes seleccionados serán evaluados rigurosamente. De seguro quienes pisarán la alfombra roja del PPE habrán aportado a la democracia, al derecho de la información y, por qué no decirlo, a representar al periodismo nacional en cualquier frontera mundial donde se sepa leer o se pueda ver y escuchar.