Eran las cuatro de la tarde y la fila para ingresar a los dos niveles del Teatro Coliseo daba vuelta la esquina de Nataniel Cox, en el centro de Santiago. Era domingo y el público, elenco, técnicos y equipos de coordinación se despedían de la puesta en escena del musical Los Miserables de Víctor Hugo, una presentación de una belleza que se logró por la pasión de quienes participaron y el liderazgo de su director Andrés Castro, profesor de la Universidad Alberto Hurtado.
El rey de la pensión
La primera en la espera para entrar era Marcela Vélez, esposa de Nicolino Casaletti, funcionario del Área Análisis Institucional de la Dirección de Aprendizaje Institucional-DAI de la UAH, que interpretó al rey de la pensión, con la gracia y un notable despliegue. Su esposa que lo vio ensayar por meses, cuenta que para lograr coordinar voz y cuerpo su esposo fue asesorado por una actriz y que le ayudó la actitud histriónica que tiene. “Siempre quiso ser actor, cumplió su sueño frustrado y en cada escena y en cada función lo hizo mejor”, señaló.
El segundo de la fila era Bruno Sepúlveda que venía por Lilian Arévalo, profesora de lingüística de la Universidad Alberto Hurtado, que interpretó a la primera mujer en escena para ofrecer monedas al Jean Valjean, una vez que sale de la cárcel y es un vagabundo en una Francia empobrecida antes de la revolución. “Estoy desde las cuatro de la tarde y la función es a las seis. Quiero la mejor ubicación para poder ver a Lilian que lo hace espectacular. El musical es precioso y creo que el rector y todos los responsables aportaron con lo medular de lo que es la Universidad”, señaló.
Detrás de bambalinas, Lilian esperaba la orden de dirección para salir al escenario, faltaba poco. Para ella, ser parte de este elenco, fue una experiencia de amistad, de sacrificio y de esfuerzo: “Soy parte del mundo popular y la canción del pueblo me estremece, al final del día es una energía fabulosa lo que se vive en el escenario”, señaló.
Para la productora Patricia Ratinoff que 3.600 personas hayan disfrutado de este montaje fue un motivo de unión de una comunidad muy sensible. Para ella, parte de lo que se disfrutó este fin de semana, se debe a la forma de enfrentar su trabajo que en simple es tener como base que el proyecto es un regalo: “Trabajamos meses para presentar un espectáculo para otros, desde ahí surge la magia y la entrega es total, eso lo hace diferente.”, dijo.
-¿Qué fue lo más bonito de este grupo amateur?
– La responsabilidad que tuvieron, armamos una compañía con personas que no sabían lo que era una bambalina y quizás sea la primera y la última vez que estén en un escenario, eso es maravilloso”, concluye.
Los nervios de la última función se sentían. Tras la apertura de las puertas, el público eligió su mejor ubicación. El elenco esperaba la hora, con cuerpos y mentes concentrados. En el escenario Andrés Castro afinaba pruebas de sonido, luces y los últimos detalles para cerrar tres días de profesionalismo y entrega emocional. Los Miserables es un musical que se ha presentado en más de 20 idiomas en el mundo, pero que en la versión en español logra la comunicación directa con el espectador y la influencia que la literatura tiene sobre los usos lingüísticos cotidianos. Andrés Castro con una orquesta perfecta, dio vida a una interpretación donde los coros paralizaban a los presentes más racionales.
Fantine, la psicóloga
Paloma Artigas, estudiante de Magíster de Psicología Infantil de la UAH.
El elenco de Los Miserables estuvo conformado por 90 personas elegidas por un casting masivo donde se inscribieron 400 y llegaron 200 para luego quedar los mejores. En el rol principal Paloma Artigas, como Fantine contó que nunca antes había estado en un musical. Es estudiante de Magíster de Psicología Infantil de la Universidad Alberto Hurtado, y su encanto sacó lágrimas a los asistentes. Interpretó a la mujer despreciada por tener una hija fuera del matrimonio y ocultarlo para evitar el rechazo social. Paloma recuerda que cuando le dijeron que iba a ser un protagónico no lo podía creer y se puso muy contenta: “Ha sido muy desafiante la experiencia, porque no soy actriz y Fantine es un personaje complejo e intenso”.
Fueron seis meses de ensayos y lo más complicado para esta joven fue el manejo del cuerpo: “Interpretar a ésta mujer que pierde hasta su dignidad por dar lo poco que podía a su hija es tremendamente duro. Conectarse con el personaje, expresar lo que ella pide a dios y a la vida fue intenso, bonito y admirable lo que hace a pesar del dolor”, comenta. Afuera del teatro, su familia esperaba por verla en el escenario. “Vinimos a verla en la última función, tenemos altas expectativas en ella porque le puso todo el corazón”, comentaron sus familiares.
El personaje Enjolras, el joven revolucionario que lucha por la democracia y la libertad, fue interpretado por Tomás Ramírez, ex alumno, Licenciado en Historia e integrante del Coro Polifónico de la UAH. Menos ansioso que el primer día, reconoce que su interés en participar fue porque conoce el nivel de Andrés Castro y la calidad de su trabajo. “En la primera función estaba muy nervioso, en la segunda creo que actuamos mejor y hoy catapultamos los seis meses de darlo todo”, dijo.
Tomás Ramírez, ex alumno, Licenciado en Historia e integrante del Coro Polifónico de la UAH.
Una vez que empezó el espectáculo, el director pidió aplaudir lo más que se pueda, conectarse con la belleza del espíritu de cada uno de los dramas de los personajes, pidió apagar los celulares y vivir ese momento de máximo gozo, estar presentes. Disfrutar de la música y la belleza de esta compañía.
“Celebremos juntos”, fue el lema de la conmemoración del aniversario de la Universidad Alberto Hurtado, que para el rector Eduardo Silva se logró con cada una de las actividades organizadas: “Somos una universidad querida y respetada, no sólo acreditada”, señaló.
Para finalizar, la autoridad sólo tuvo palabras de agradecimiento para quienes montaron el musical: “Es una obra que representa todo el evangelio y celebrar los 20 años con este espectáculo es una regalo de la comunidad para la comunidad, felicitaciones a todos”, concluyó. Estas palabras eran dichas mientras el Teatro Coliseo se caía en aplausos y más aplausos y una que otra lágrima.