Con el auditorio repleto y con el canto de los himnos nacionales de Haití y Chile, durante la fría tarde del martes 4 de julio, se dio inicio a la primera graduación realizada en la Universidad Alberto Hurtado de los alumnos del curso de español para haitianos. Este semestre, la iniciativa impulsada durante el año 2015 bajo el alero del Centro Universitario Ignaciano (CUI), tuvo 43 graduados y contó con 21 profesores, que son alumnos de la UAH.
La ceremonia comenzó con las palabras de Andrea Espinoza, encargada del Área Social del CUI, quien destacó la construcción en conjunto de las clases y la importancia que éstas tienen para la comunidad haitiana residente en Chile: “El curso de español no es solo un curso para aprender, para saber escribir, para hablar correctamente o de la mejor manera posible, el curso de español es una iniciativa que nace de la comunidad haitiana de Estación Central, buscando mejorar la calidad de vida de las personas que llagan a chile con la esperanza de un futuro mejor”. Y esta mejora tiene que ver con el hecho que “en Chile los empleadores abusan cuando tú no sabes leer el contrato y como la migración afro-caribeña aun es novedosa o muy desconocida, son los que más discriminación sufren, creo yo”, apunta Espinoza.
Luego de los discursos, comenzó la entrega de diplomas. Cada dupla de profesores les dedicó palabras a sus alumnos, y destacaban la importancia de las clases, las experiencias positivas y las dificultades.
Que la entrega de diplomas se realizara en la Universidad Alberto Hurtado, se debe a que por primera vez, las clases de español son impartidas en la universidad, a diferencia de los años anteriores, donde estas se realizaban en el Colegio San Alberto Hurtado de la población Los Nogales, en Estación Central. Sofía Urrutia, coordinadora de los cursos de español, señala que la importancia que estas clases se impartan en la universidad radica, por un lado, en que “tiene que ver con la concreción del proyecto universitario, que busca promover la justicia y el sentido de servicio de los estudiantes. Esto es una manera de hacerlo real, no solo discursivo”. Y por otro lado, el bien que le hace a la comunidad, ya que “están en nuestro casino, están en el baño, en el patio, en las salas, entonces eso también sensibiliza mucho a la comunidad universitaria, desde el guardia, hasta el profesor, que empiezan a entrar en contacto con ellos, entonces ellos son parte de nuestra comunidad”, continua Urrutia.
Los profesores de las clases de español son alumnos de diferentes carreras de la universidad que decidieron tomar el curso de formación general teológica para hacerse parte de esta experiencia durante el primer semestre. Paula Milategua, alumna de quinto año de Ingeniería Comercial, relata cómo fue su experiencia como profesora: “Yo había participado anteriormente haciendo clases, pero a niños y esto fue totalmente diferente, ellos vienen con otra carga, y ser parte de sus sueños, de su día a día, porque a veces llegan cansados o tristes porque extrañan a su familia, es súper gratificante, porque no solo contribuyes en que aprendan español, sino que te hacen parte de su vida”.
Un elemento importante dentro del equipo que coordina las clases de español es Erick Lundy, haitiano que lleva 5 años en Chile, él es el encargado de mediar entre la comunidad haitiana y la coordinación de las clases de español, cuenta que por ejemplo, “de repente llegaba algún chiquillo que no dominaba nada de español y yo tenía que apoyarlo durante la inscripción”.
Independiente de las dificultades propias que implica enseñar otro idioma, y de las fronteras culturales, las clases de este semestre fueron un éxito. Augustín Robenson, alumno de este semestre y graduado, tiene 39 años y lleva 11 meses en Chile, considera que “todo de este curso es bueno. Yo no sabía nada, no sabía hablar español. Ahora sé hablar y escribir un poco. Y eso para mí es muy bueno”.