Lo que se conmemora es la disposición de no sentir vergüenza, porque eso sí es algo que implica un mérito personal. Porque es fácil sentir que algo no anda bien con uno si nuestra sexualidad o nuestro cuerpo no se amolda a una idea tradicional de persona en una sociedad como la nuestra. Donde se siguen transmitiendo mensajes que dicen que la sexualidad no heterosexual es un problema que se evita con el silencio y donde hasta hace poco se acostumbraba a pensar que la expresión de afectos homosexuales en la calle podía ser una ofensa al pudor (no así los besos apasionados entre un hombre y una mujer). Donde permanecemos inconscientes de las dificultades que experimenta a diario alguien cuyo género no se condice con aquel que le fue asignado sin su participación.
Si la vergüenza es la sensación de pérdida de la dignidad personal ante una falta cometida, entonces el mérito que celebra el orgullo LGBT es el proceso que un sujeto ha debido llevar para sentirse cómodo en su propia piel y libre de cualquier falta. Sin embargo, para eso siempre se necesita a los demás: alguien que diga que lo que se siente no está mal, alguien que advierta que las normas de género premian a algunos mientras que a otros los sancionan y que eso es injusto. Se necesita contar con espacios seguros para atreverse a dar esos primeros pasos de contradecir los mensajes externos. Se necesita contar con modelos que ofrezcan la posibilidad de construir, a cada persona, una buena imagen de sí misma. Por eso este día se conmemora con actos sociales, con marchas, con carteles, con signos callejeros. Por eso este día compromete a escuelas, universidades, instituciones de salud, a los espacios laborales y también a los organismos políticos y religiosos.
Hay quienes dirán que en un día como hoy se debe protestar pues faltan muchas cosas que hacer. Hay quienes buscarán sacudirse la pena con una fiesta, pues lo peor ya quedó atrás. Hay también quien señale que nunca hubo motivo para estar tristes, pues todas las órdenes que nos enseñaron tienen algo de ficción. Todas esas voces son válidas en esta fecha, porque vivimos en un país que ha avanzado, pero que también sigue escondiendo sus resistencias e ignorancias bajo la alfombra. El orgullo LGBTI sin dudas, nos compromete a como sociedad, pues el mérito lo tienen los individuos que dejan de sentir vergüenza, pero también aquellos, aquellas y aquelles que ayudan a recuperar una dignidad injustamente suprimida.